El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 29 de junio de 2017

Miedo a ser Dios


Del libro: "Como mariposa tocando el alma"

Recuerda Fran que en sus inicios de, lo que bien se podría llamar, “su vida espiritual”, había un concepto que cada vez que lo escuchaba, se le removían las entrañas, y hasta le rechinaban los dientes.

Era la unión con Dios. El mero hecho de pensar que algún día, en la eternidad, iba a perder su individualidad, para ser parte de la Energía Divina, le aterraba, de la misma manera que a otros les aterra la idea de morir.

En realidad, no existía ninguna diferencia entre ambos terrores, porque son lo mismo. ¿Qué más da tener temor por abandonar el cuerpo, que temer abandonar la individualidad del alma?

Los dos son fruto de la ignorancia, son fruto de la ilusión de creer que los seres humanos son independientes y que no tienen nada que ver con Dios.

Porque, ¿qué puede ser más grande que ser Dios? Y ese es el final del alma como ente independiente, unirse a Dios, ser Dios. Es como dejar de ser un grano de arena para convertirse en un Universo eterno, en un Universo infinito.



Este fue mi recorrido mental, rememora Fran, para liberarme de ese miedo:

Todo es cuestión de creencias, porque con excepción de aquellos que han estado en el umbral de la muerte y han podido gozar, según cuentan, del Amor infinito que sienten al otro lado de la vida, los demás tenemos que creer, sin ver, sin sentir, sin saber. A eso se le llama fe.

Tengo claro que somos energía, ya existen muchos estudios científicos al respecto. Además, por mi trayectoria como sanador, en cada terapia siento la energía, y la puedo tocar, (la puede tocar cualquier persona, solo es cuestión de práctica). Tengo fe en que somos una energía desgajada de un Océano de Energía. A ese Océano de Energía, se le pueden dar muchos nombres, que también, por una cuestión de fe, me gusta llamarle Dios.

En más de una ocasión he podido sentir la energía de Grandes Seres, que son los Maestros, los cuales, habiendo finalizado su aprendizaje del Amor, siguen, de alguna manera entre nosotros, para ayudar a la humanidad a recorrer el camino por ellos finalizado.

Y, también, en más de una ocasión, o mejor dicho, en infinitas ocasiones, he puesto mi vida en manos de Dios. Le rezo, le pido, le invoco, le suplico, le reclamo, le insisto. Reconozco que, más de una vez, he intentado chantajearle, he intentado convencerle, he intentado pactar algún acuerdo. Alguna vez le he culpabilizado por mi desgracia, le he hecho responsable de mis fracasos, le he ignorado como pago por su ignorancia hacia mí, le he recriminado que mi vecino conseguía más cosas que yo, siendo ateo.

Ahora, al finalizar este párrafo, he sido consciente de que he sido muy pesado en mis rezos, en mis pedidos o en mis suplicas, pero muy parco en el momento de agradecer. Si, he agradecido, pero solo una o dos veces, como mucho, una vez conseguido algo que había pedido a Dios. Y ese algo, seguro que lo había pedido con insistencia, cincuenta veces al día, un montón de días. Y las escuetas gracias, no pasaron de “Gracias Señor”.

En mi recorrido mental, me hice este planteamiento: ¿Cómo puede ser que me de miedo perder mi identidad para unirme a Dios, cuando Dios se encuentra de manera permanente en mí? Bien sea para pedir, para reclamar o para agradecer. Cuando forme parte de esa Energía, seré Dios. Formaré parte de Dios. No, no hay que rasgarse las vestiduras. Solo hay que pensar en la gota de agua que se desprendió de una ola por el viento, y que vuelve a caer al Océano, de manera inmediata, vuelve a ser Océano. Pues los seres humanos cuando volvemos a la Energía, volvemos a Ser Dios.

Y yo, impregnado de una estúpida soberbia, tenía miedo dejar de ser Fran para volver a ser Dios.

Fue suficiente. Mantener ese pensamiento en mi mente fue, no solo haciendo desaparecer el miedo, sino que fue generando en mí el deseo de terminar cuanto antes mi andadura terrenal. 

El terror y rechinar de dientes se fue diluyendo lentamente en la conciencia de Fran, mientras poco a poco, iba integrando en su ser la Grandeza Divina. Y así, hasta hoy, que solo tiene un anhelo, esa unión con Dios. 

jueves, 1 de junio de 2017

Despertar


Todos los caminos de bondad
conducen a la iluminación y al despertar
Buda.

Todos los que tratan, trabajan y escriben sobre temas relacionados con la espiritualidad hablan de que el ser humano está dormido. Y tienen razón.


Y en todos los cursos, lecturas, talleres y prácticas, que rozan, aunque solo sea superficialmente la espiritualidad, nos hablan de la necesidad de despertar, ya que mientras el ser humano permanezca dormido, es claro que no se va a enterar del “porqué de la vida”.

El problema es, que “el porqué de la vida” no lo pueden explicar muchos, porque son muchos los dormidos, y es posible, que los que nos hablan del sueño del ser humano, tampoco tengan muy claro que significa, y mucho menos lo que significa estar despierto. Es posible que también estén dormidos, y que entiendan que hay que despertar, pero más a nivel intelectual que integrado en sí mismos.

Nos enseñan técnicas para dominar la mente, para vivir desde el corazón, o para controlar las emociones. Pero casi ninguno habla de Dios. Y el único objetivo de la vida es caminar en la búsqueda de Dios, con la finalidad de unirse a Él. 

Entonces, ¿Qué significa despertar? Despertar significa dejar de identificarse con el cuerpo para identificarse con el alma, sin olvidar, por supuesto, que el cuerpo es el instrumento para despertar. Se trata de no dejarse dominar por la mente, pero teniendo claro que el despertar ha de iniciarse en la mente. Por lo tanto, no se puede abdicar y mucho menos aborrecer al cuerpo, ni a la mente. Se trata, con el cuerpo como instrumento y bajo la dirección de la mente, vivir en Dios.



Es imprescindible la mente para ser conscientes del sueño. Es imprescindible la mente para despertar y para vivir con atención cada instante de vida, y poder así darse cuenta de actuaciones que indican que se ha vuelto a caer en la somnolencia, si es que en algún momento se ha salido de ella.

Alguien podría pensar que, por el mero hecho de meditar, de practicar alguna técnica oriental, de leer muchos libros espirituales, de ser vegano, o de dedicarse a la medicina alternativa, ya están despiertos. No es tal.

Una cosa es comenzar a despertar y otra muy diferentes estar despiertos. La meditación, el yoga, la lectura de libros espirituales y, el sin fin de técnicas que proliferan hoy en día vendiendo espiritualidad, o pseudo espiritualidad, solo son el sonido, necesario, de “tic tac” que hace el reloj despertador que, con algo de suerte, con más paciencia, con mucha voluntad y un ingente trabajo, puede ser que haga abrir un ojo al hombre que se encuentra en su profundo sueño.

Un hombre despierto es total y absolutamente consciente de la vida. Un hombre despierto vive en Dios, por lo tanto, no se identifica con el miedo, ni con la crítica, no juzga ni se ofende, no engaña, no roba, no se preocupa, no sufre, no siente celos, no pierde la paciencia, y un sinfín más de hábitos negativos, que lo único que hacen es separarle de Dios. Un hombre despierto es completamente feliz, vive en paz, la serenidad es su bandera, la compasión es su ropaje, la humildad es una rutina de vida, el amor su herramienta, y Dios su guía.

Son escasísimos los despiertos, porque seguramente ya no estarían aquí, y si están, es que están en sus últimos días en la materia. Todos los demás estamos dormidos, en mayor o menor medida, pero dormidos.

Recuerda que despierto e iluminado son sinónimos, y que Buda era el despierto, era el iluminado.



 


miércoles, 24 de mayo de 2017

La nueva Ley de la Atracción

Segunda parte de ¿Para qué has nacido?

Podemos utilizar la “Ley de la Atracción” para acercarnos a Dios.

La “Ley de la Atracción” es la creencia de que los pensamientos, (conscientes o inconscientes), influyen sobre las vidas de las personas, argumentando que son unidades energéticas que devolverán a la persona una onda energética similar a la emitida.

La frase "Ley de la Atracción" ha sido utilizada por escritores, teósofos, autores, filósofos y parlanchines. Según los partidarios de dicha ley, esto significa que los pensamientos, emociones, creencias, anhelos, etc., que una persona posee, (sean estos conscientes o inconscientes), provocan consecuencias afines a lo que se desea. A este proceso se lo describe como «vibraciones armoniosas de la ley de la atracción».

Por lo tanto, bien se puede decir que “atraemos a nuestra vida aquello que está en sintonía con nuestros pensamientos dominantes”.

Conozco muchísimas personas que dicen que la “Ley de la Atracción” no funciona, y no lo hace porque, a pesar de mantener el pensamiento de lo que desean en la mente, ese deseo no llega a materializarse.

Sin embargo, conozco otros, bastantes menos, que dicen que sí funciona, porque han conseguido, mediante las mismas técnicas que los anteriores, materializar sus deseos.

¿Qué grupo tiene razón, los que dicen que si funciona, o los que dicen que no? Pues…, ambos tienen razón.


La “Ley de la Atracción” es mucho más que un simple enunciado, y es mucho más, porque no es una ley aislada, (de hecho, prácticamente, ninguna ley del Universo lo es), ya que existen muchas relaciones entre diferentes leyes.

Incluso aunque fuera una ley independiente, el mero hecho de pensar, e incluso, de visualizar el deseo no es suficiente, ya que se ha de sentir la emoción y vibrar en la misma sintonía. Es posible, que pensar, emocionarse y vibrar, se consigan durante una, dos, e incluso, tres horas al día, pero ¿Qué pasa con las 21 horas restantes del día? Es más que seguro, que el resto del día se esté con el pensamiento cambiado, que se esté pensando en la carencia, con la emoción correspondiente y vibrando en la sintonía contraria.

Y ¿Los que si lo consiguen? Seguramente el trabajo que realizan las personas que si consiguen materializar el deseo no es diferente a esas tres horas que trabajan las personas que no lo consiguen, ¿Por qué ellos sí?

Porque no es una ley independiente. Está completamente relacionada con el “Plan de Vida” que el alma ha aceptado para su encarnación. Y si el Plan de Vida dice que la persona tiene que vivir debajo de un puente, va a vivir debajo de un puente, con “Ley de la Atracción” o sin ella. La diferencia, si trabaja aspectos de la “Ley de la Atracción”, es que el puente será más o menos cómodo. Pero no va a salir del puente para ir a un palacio si en su Plan de Vida no aparece contemplado.

Sin embargo, se puede trabajar la “Ley de la Atracción” para algo que todas las almas tenemos contemplado en nuestro Plan de Vida: Acercarnos a Dios.

Esta es la nueva Ley de la Atracción: Piensa en Dios, siente la emoción de vivir en Él, vibra en Su sintonía, y de manera inmediata vas a sentir Su Energía, que te va a ayudar a despertar del sueño de esta vida, de la que incluso, desconoces la razón por la que vives y, además, te vas a conectar con tu Plan de Vida y vas a conseguir todo lo que aparezca contemplado en él, en la máxima expresión. Siguiendo el ejemplo del puente, conseguirás vivir en el mejor puente de la comarca.

Pero puede ocurrir como en el trabajo normal de la “Ley de la Atracción”, que más de tres horas sean difíciles de mantener, y las horas restantes sigamos con el miedo de siempre, la ira de siempre, la envidia de siempre, la crítica de siempre, etc., etc., con lo que el trabajo se difumine como el humo. Pues las horas restantes vamos a seguir acercándonos a Dios, pero de manera diferente: Vamos a pensar, vamos a emocionarnos y vamos a vibrar con cualquier persona que tengamos delante, como si del mismo Dios se tratara. Y cuando no tengamos a nadie delante, vamos a agradecer lo que tenemos, sea mucho o poco, según nuestra consideración, así seguiremos conectados con nuestro Plan de Vida y seguiremos recibiendo los dones que aparecen contemplados en él, también en su máxima expresión.

Lucha por algo que merezca la pena. ¿Para qué perder el tiempo en tratar de conseguir tener una casa en la playa o en la montaña? En lugar de perderlo, gánalo, haciendo lo que has venido a hacer: Acercarte a Dios.




martes, 23 de mayo de 2017

¿Para qué la vida? (1)

¿Para qué crees que has nacido?

No sigas leyendo y piensa que crees que haces en la vida. Recógete un momento en ti mismo, y piensa. Es posible que nunca se te haya ocurrido pensar que haces aquí, en la Tierra. Es posible que nunca hayas pensado el porqué de la vida, de tú vida. Es posible que nunca te hayas planteado porque tú vives en la opulencia y otros no tienen para vivir. Es posible que hayas pensado en la mala suerte que tienen los que han nacido en Siria, o en Palestina, o en el Sahara. Pues ahora es el momento, ¿Para qué crees que has nacido?


Me refiero a la verdadera razón de la vida, no a pequeñas tareas, o grandes, como tú quieras calificarlas. Quiero que pienses en la auténtica, en la verdadera, en esa tarea que una vez conseguida lleva aparejada el que ya no vuelvas, nunca más, a encarnar en un cuerpo en este planeta.

Piénsalo seria y honestamente antes de seguir leyendo. A fin de cuentas, nadie va a saberlo, así que puedes ser totalmente honesto. Piénsalo.


           ¿Crees que has nacido para liberar de su yugo a los oprimidos?, ¿Crees que has nacido para tener hijos y que estos sean felices?, ¿Crees que has nacido para luchar por el derecho de los animales?, ¿Crees que has nacido para preservar el medio ambiente?, ¿Crees que has nacido para ayudar y servir al prójimo?, ¿Crees que has nacido, sencillamente para vivir, y mientras tanto hacer algo bueno?, ¿Crees que has nacido para trabajar, trabajar y trabajar, para conseguir un respetable montón de dinero, que te de seguridad a ti y a los tuyos?

Es posible que haya tantas respuestas como personas. Pero solo una es la correcta.
Hemos nacido para volver a Dios, que es nuestro origen.

Y todo lo demás, son “tareíllas”, que nos pueden parecer importantísimas, nos pueden parecer vitales, nos pueden parecer transcendentes, nos pueden parecer imprescindibles, pero solo son eso, “tareíllas”.

En la Biblia, (Marcos 8, 36 y Mateo 16, 26), aparecen las palabras de Jesús: “De que le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma”.

Continuará…….


viernes, 12 de mayo de 2017

El Arte de Morir


Extracto del libro “Curación esotérica”
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey)

La muerte es literalmente el retiro de las dos corrientes de energía del corazón o de la cabeza, produciendo en consecuencia la pérdida total de la conciencia y la desintegración del cuerpo. La muerte difiere del sueño en que ambas corrientes de energía son retiradas, pues durante el sueño sólo es extraído el hilo de energía “anclado” en el cerebro; cuando esto ocurre, el hombre queda inconsciente. Significa que su conciencia o sentido de percepción está enfocado en otra parte. Su atención no está ya dirigida hacia las cosas tangibles y físicas, sino que se traslada hacia otro mundo del ser y se centraliza en otro mecanismo. Durante la muerte, ambos hilos son retirados o unificados con el hilo de la vida. La vitalidad ya no penetra a través de la corriente sanguínea, el corazón deja de funcionar y el cerebro de registrar, entonces desciende el silencio. La morada queda desierta. La actividad cesa, excepto esa asombrosa e inmediata actividad que es prerrogativa de la materia misma y se expresa en el proceso de descomposición. Desde ciertos aspectos, ese proceso indica la unidad del hombre con todo lo material, demuestra que forma parte de la naturaleza misma, queriendo significar con la palabra naturaleza el cuerpo de la Vida Una en Quien “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Las palabras -vida, movimiento y ser- encierran toda la historia. Ser es percepción, autoconciencia y autoexpresión, y los símbolos esotéricos son la cabeza y el cerebro del hombre. Vida es energía, deseo en la forma, coherencia y adhesión a una idea, siendo los símbolos esotéricos el corazón y la sangre. Movimiento indica integración y respuesta de la entidad existente, consciente y viviente dentro de la actividad universal, siendo el estómago, el páncreas y el hígado, sus símbolos.



Debe observarse también que la muerte se produce bajo la dirección del ego, no importa si el ser humano es inconsciente de tal dirección. En la mayoría, el proceso ocurre automáticamente, pues (cuando el alma aparta su atención) la reacción inevitable en el piano físico es la muerte, ya sea por la abstracción de los dos hilos, de la vida y de la energía razonadora, o por la abstracción del hilo de energía cualificado por la mentalidad, dejando que la corriente de vida funcione todavía a través del corazón, pero sin un conocimiento inteligente. El alma se halla en otro lugar, ocupada en su propio plano con sus propios asuntos.
Tratado sobre Magia Blanca, págs. 360-361.

En el cuerpo humano, como sabemos, tenemos un cuerpo vital subyacente, interpenetrante, contraparte del físico, más grande que éste, denominado cuerpo doble o etérico. Es un cuerpo de energía y está compuesto de centros de fuerzas y nadis, o hilos de fuerza, los cuales subyacen en el sistema nervioso -los nervios y los ganglios nerviosos- o son la contraparte. En dos lugares del cuerpo humano hay orificios de salida, si puedo emplear una frase poco eufónica. Uno está ubicado en el plexo solar y el otro en el cerebro, en la cima de la cabeza. Ambos están protegidos por una tupida trama de sustancia etérica, compuesta de hebras entrelazadas de energía vital.

En el proceso de la muerte la presión de la energía vital, golpeando contra la trama, produce eventualmente una puntura o abertura. Por ella sale la fuerza vital, a medida que aumenta la potente influencia abstrayente del alma. En el caso de animales, niños, hombres y mujeres, totalmente polarizados en los cuerpos físico y astral, la puerta de salida es el plexo solar, rasgándose la trama y permitiendo la salida de la fuerza vital. En el caso de tipos mentales, de unidades humanas altamente evolucionadas, se rasga la trama de la cima de la cabeza en la zona de la fontanela, permitiendo así la salida del ser racional pensante.
En el proceso de la muerte, por lo tanto, dos son las salidas principales: el plexo solar para los seres humanos astralmente polarizados y físicamente predispuestos, por lo general la gran mayoría, y el centro coronario para los seres humanos mentalmente polarizados y espiritualmente orientados. Éste es el primer y más importante factor que debe recordarse, y fácilmente se verá que la tendencia de la vida y su enfoque de atención determinan la forma de salida al morir. También se podrá ver que el esfuerzo para controlar la vida astral y la naturaleza emocional y para orientarse hacia el mundo mental y las cosas espirituales, tiene un efecto muy importante sobre los aspectos fenoménicos del proceso de la muerte.

Si el estudiante piensa con claridad, le será evidente que una salida concierne al hombre espiritual y altamente evolucionado, mientras que la otra, al ser humano de grado inferior, que apenas ha salido de la etapa animal. ¿Qué sucede entonces con el hombre común? Existe una tercera salida, empleada ahora temporariamente; exactamente debajo del ápice del corazón hay otra trama etérica que cubre un orificio de salida. Por lo tanto, la situación es la siguiente:

1.      La salida por la cabeza, es utilizada por los intelectuales, los discípulos y los iniciados del mundo. 
2.      La salida por el corazón, es utilizada por la mujer o el hombre bondadoso, bien intencionados, buen ciudadano, amigo inteligente y trabajador filantrópico.
3.      La salida por la zona del plexo solar, es utilizada por las personas que poseen una fuerte naturaleza animal.

Ante todo, debe haber silencio en la habitación. Esto sucede con frecuencia. Debe recordarse que, por lo general, la persona moribunda está inconsciente. Tal inconsciencia no es real sino aparente. De novecientos casos sobre mil conservan la percepción cerebral con plena conciencia de los acontecimientos, pero existe una paralización de la voluntad para expresarse e incapacidad para generar la energía que indica vivencia. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribundo, el alma que parte puede mantener con lucidez la posesión de su instrumento hasta el último instante, y prepararse debidamente.

En el futuro, cuando se sepa más acerca de los colores, sólo se permitirá la luz anaranjada en la habitación de un moribundo, que será instalada con una ceremonia apropiada y cuando no haya posibilidad de restablecimiento. El color anaranjado ayuda a enfocarse en la cabeza, así como el color rojo estimula el plexo solar y el verde tiene un definido efecto sobre el corazón y las corrientes de vida.

Ciertos tipos de música podrán ser empleados cuando se conozca algo más respecto al sonido, pero no tenemos aún una música que facilite al alma el trabajo de retirarse del cuerpo, aunque se hallará que ciertas notas del órgano son eficaces. Si se emite la misma nota de la persona en el momento exacto de la muerte, se coordinarán las dos corrientes de energía que eventualmente cortarán el hilo de vida, pero este conocimiento es demasiado peligroso para ser transmitido y sólo podrá revelarse más adelante. Quisiera indicar las líneas que seguirán los futuros estudios esotéricos.

Se hallará también que la presión sobre ciertos centros nerviosos y ciertas arterias facilitará el trabajo, y que esta ciencia de la muerte se mantiene en custodia en el Tíbet, como bien saben muchos estudiantes. Será muy útil y eficaz ejercer presión sobre la vena yugular y ciertos grandes nervios de la zona de la cabeza y en un punto especial de la médula oblongada. Más adelante será elaborada inevitablemente una ciencia definida de morir, pero sólo cuando sea reconocida la existencia del alma y haya sido científicamente demostrada su relación con el cuerpo.

También serán empleadas frases mántricas definidamente plasmadas en la conciencia de la persona moribunda, por quienes están a su alrededor, o empleadas deliberada y mentalmente por ella misma. El Cristo lo demostró cuando exclamó: “Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu”. Tenemos otro ejemplo en las palabras: “Señor, ahora dejarás a tu siervo irse en paz”. El constante empleo de la Palabra Sagrada entonada en voz baja o en una nota especial (a la cual podrá responder el moribundo) más adelante constituirá también una parte del ritual de transición, acompañado por la unción de aceite según se practica en la Iglesia Católica. La Extrema Unción tiene una base oculta y científica. La cima de la cabeza del moribundo debería estar apuntando simbólicamente hacia el este, y las manos y los pies cruzados. Únicamente deberá quemarse madera de sándalo en la habitación y no se permitirá ninguna otra clase de incienso, porque el sándalo es el incienso del Primer Rayo o Destructor y el alma está en el proceso de destruir su morada.




domingo, 30 de abril de 2017

Pecado (2 de 2)

Aunque es cierto que no existe el pecado, y que Dios Ama a todos Sus hijos hagan lo que hagan, existe una ley que se denomina la Ley de la Causa y el Efecto, o Ley del Karma, cuyo enunciado dice que es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa genera un efecto, a cada acción le corresponde una reacción.

Teniendo en cuenta que todo es energía, cada pensamiento, cada palabra y cada acción generan energía, y a esa energía de acción le va a corresponder otra energía proporcional que es la reacción.


Se ha de tener muy presente cual es la finalidad de la vida del hombre.  Permítanme recordárselo: Los hombres vienen a la vida de la materia para aprender a Amar, pero no como ellos creen que es el amor, no, han de aprender a Amar como Dios les Ama, por encima de todo.

Quien ha aprendido a Amar, con toda intensidad, ha conseguido vivir desde el alma, lo que equivale a decir que el hombre vive como lo que es, como un ser espiritual.

Quien ha aprendido a Amar, atesora en sí todas las cualidades del alma, siendo las más destacables para el viaje del hombre a través de la materia: Felicidad, alegría, servicio, serenidad y paz interior.

Quien ha aprendido a Amar vive en el respeto, la tolerancia y la comprensión.

Quien ha aprendido a Amar, vive, sobre todo, sin miedo. Sin miedo a la enfermedad ni al dolor, sin miedo a la pobreza ni a la riqueza, sin miedo a la muerte ni a la vida. Y vive así, porque sabe que Dios se encarga de todo, ya que en el momento en que el hombre deja descansar a su mente abre las puertas a la energía del Universo, y sabe que todo lo que “necesite” le será dado.

Hasta que el hombre aprenda a Amar va a seguir realizando viajes de la esencia a la materia. Y en cada viaje a la materia, lo habitual, es que el hombre se aparte de su Plan de Vida, por la ignorancia en que se encuentra sumida la sociedad en que se integra.

La enseñanza a los recién llegados a la vida está basada en lo que conocen sus enseñantes, es decir, nada, porque viven una ilusión, y por tanto sus enseñanzas están opuestas a la realidad de Dios. Toda la enseñanza está basada en el miedo e, incluso, ahondan más en el miedo cuando hablan de Dios.

Ante esta perspectiva los seres humanos viven auténticas vidas de dolor y sufrimiento, llenas de envidias, celos y rencores, que lo único que generan es esa “energía de acción”, que les va a generar la “energía de reacción” en su vida actual o en las próximas.

El Karma es Karma, no hay ni bueno ni malo. El Karma que se genera se ha de pagar. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una acción negativa, se tiene que recibir una devolución negativa. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una buena acción, se tiene que recibir una devolución positiva.

El Karma se va consumiendo según va aprendido el hombre a Amar. Aprender a Amar le va a llevar al ser humano, una serie de vidas, desde que entra en la rueda del Amor incondicional, ya que este irá aumentando en gradación en cada vida. Según sea mayor su Amor, irá el hombre dejando de tener pensamientos negativos, hablará con Amor y todas sus acciones estarán regidas por la bondad, con lo cual no generará Karma negativo. Y en cuanto al Karma positivo, tampoco va a generar, porque todo lo que haga en su vida, va a estar regido por el Amor, y no va a esperar nada a cambio.

Por lo tanto, no sufran porque hayan pecado, no existe el pecado, pero tampoco sufran por su Karma, en lugar de sufrir, piensen, hablen y actúen con Amor. 

domingo, 23 de abril de 2017

Igualdad




Comprender la vida




Pecado (1 de 2)

El pecado que se define como la transgresión voluntaria y con conocimiento de un precepto religioso. No existe.

En Teología moral se lo considera un acto malo, o la omisión culpable de un acto bueno obligatorio. Por extensión, se denomina pecado a todo aquello que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.

Existen pensamientos erróneos, existen palabras con intención de ofender, existen malas acciones, y si los representantes de las distintas creencias religiosas, les quieren llamar pecados, está bien, pero no pueden atribuirle a Dios, de manera más o menos interesada, la condena a perpetuidad, a no ser que se confiese el pecador, única manera de quedar redimido de los pecados.


El Papa Francisco, máxima autoridad de la iglesia católica, ha dicho recientemente que Dios no condena a perpetuidad. Pero, permítanme que añada algo más, Dios no condena nunca.

La tradición judeocristiana, cuya fuente fundamental es la Biblia, ha entendido el pecado, en términos generales, como el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios.

Pero la realidad es que el hombre no necesita pecar para alejarse de la voluntad de Dios. El hombre ya vive alejado de Dios, y no es por ser pecador, es sencillamente porque no sabe quién es realmente, ni sabe quién es Dios.

Cree el hombre que es un ser independiente de Dios, cuando lo que es, realmente, es una parte de Dios.

Cree el hombre que cada uno de los seres que le acompañan en la vida también son independientes y ajenos a él, con lo cual tiene que proteger lo que él considera suyo, y a los que considera los suyos, cuando la realidad es que todos son lo mismo, hermanos, hijos del mismo Padre.

Cree el hombre que lo que considera pecado le aparta de Dios, cuando lo único que le aparta de Dios es su propia mente.

Cree el hombre que tiene que buscar a Dios en los templos, en las catedrales, en las mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas, en los conventos, en los salones de culto, en las basílicas, en los santuarios, o en las capillas, cuando lo tiene bien cerca: Habita en su propio corazón.

Cree el hombre que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, cuando la realidad es que Dios ni premia, ni castiga, porque no hay ni buenos, ni malos. Dios Ama a todos por igual y su Amor es total e incondicional.

Todo lo que hay son hombres que están realizando un camino de evolución y crecimiento para acercarse a Dios, Y se tienen que acercar a Dios porque les ha separado de Él la ignorancia, la mala fe y las creencias erróneas.

Todo lo que hay son hombres aprendiendo a Amar, aprendiendo a compartir, aprendiendo a respetar.

Todo lo que hay son hombres tratando de conectar con su alma, su parte divina, para, a través de la belleza de su alma, poder contemplar la belleza de los demás, ya sean negros, blancos, amarillos o mestizos, ya vistan con seda o con harapos, ya hablen como Cervantes o Shakespeare, o sean mudos como una roca, ya tengan cuentas millonarias o se peleen por un centavo, ya sean ateos o creyentes, ya sean musulmanes o cristianos, ya sean comunistas o capitalistas, ya sean de derechas o de izquierdas, ya sean honrados o ladrones.

Y estos hombres, que tienen que aprender a vivir desde el alma, que no saben lo que es, ni donde se encuentra; que tienen que aprender a Amar cuando desconocen lo que es el Amor; que tienen que aprender a respetar cuando desconocen lo que es el respeto; que tienen que ayudar a compartir cuando se les ha enseñado que lo suyo es suyo y tienen que defenderlo; que tienen que aprender a perdonar cuando solo les hablan de venganza; tienen un hándicap importante: LO HAN DE APRENDER SOLOS, y encima con una guillotina sobre sus cuellos, que amenaza con cortarles la cabeza si no hacen lo que nadie les ha enseñado.

Alguien puede pensar que si no existe el pecado y que Dios Ama a todos hagan lo que hagan, para que reprimirse y no robar o no engañar, para conseguir vivir en la opulencia y sin doblar el espinazo.


Aunque es cierto que no existe el pecado, y que Dios Ama a todos Sus hijos hagan lo que hagan, existe una ley que se denomina la Ley de la Causa y el Efecto, o Ley del Karma, cuyo enunciado dice que es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa genera un efecto, a cada acción le corresponde una reacción.

sábado, 15 de abril de 2017

Hágase tu voluntad

         Todas las situaciones por las que pasan todos los hombres en la vida de la materia tienen una razón. Es una razón desconocida e ininteligible para ellos. Es una razón Superior recogida en su Plan de Vida, con la que el alma, que es la responsable de la aceptación de dicho Plan, espera conseguir un avance en su evolución.

         Es imposible reconocer a priori, la causa por la que se producen determinadas situaciones en la vida del hombre. A veces, una vez resuelta la situación, se puede llegar al entendimiento del porqué ha llegado dicha vivencia en la vida. Aunque tampoco es muy común que una vez resuelta se den vueltas de porqué ha pasado algo y no otra cosa.

         Las situaciones positivas también están determinadas por la misma ley, pero estas, al ser positivas y no causar sufrimiento no van a hacer que la persona se detenga, ni tan siquiera un segundo, en preguntarse porque ha vivido tal situación, ni porqué le ha tocado vivirla a ella y no al vecino.



         Sin embargo, las situaciones que los hombres califican de negativas, de penosas, llenas de sufrimiento o de incertidumbre, van a hacer que levante los ojos al cielo y pregunte ¿Por qué Señor?, van a hacer que pidan con auténtica devoción que se resuelva su dolor, van a hacer que se pregunten, una y mil veces, porqué les está sucediendo, van a orar, a pedir, a rogar y hasta a maldecir, porque la situación sigue ahí, inamovible, o avanzando muy lentamente.

         Ya sea la vivencia positiva o negativa, ya sea que se pregunten la razón o no, ya sea que sean conscientes o no de lo que les está “tocando” vivir, les va a ser muy difícil entender la situación.

         La mente humana, con todo y ser magnífica y poderosa, está lejos de la Mente de Dios, y en ningún caso, y ante ninguna situación, va a conseguir entender la razón. Es la Razón de Dios.

         El Plan de Vida es un Plan Divino y los hombres no están preparados para entender las razones de ese Plan, ya que es lo mismo que querer entender los Planes de Dios.


        
           Puede ser que las situaciones se alarguen y alarguen, un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro. Eso es señal inequívoca de que el aprendizaje que tal situación lleva implícito no se está realizando, en la misma persona o en actores implicados.

         Puede ser que se resuelvan, después de cierto tiempo, y no vuelvan a presentarse situaciones similares nunca más, La señal, también inequívoca, es que se ha aprendido, se ha crecido, se ha evolucionado.

         A veces, se resuelvan en falso, y al cabo de cierto tiempo vuelven a presentarse, una o más veces de manera cíclica en la vida de la persona. La señal es que no se ha extraído la enseñanza, y es muy posible que sea una asignatura para la próxima vida.

         ¿Qué les queda entonces a los seres humanos ante situaciones que les hacen sufrir?, ¿Cómo saber la enseñanza subyacente de tal situación?

         Ni se sabe, ni se puede saber cuál es la enseñanza incluida en la situación. Solo queda la aceptación. La aceptación lleva implícita la liberación del sufrimiento. De nada sirve rebelarse, ya que el deseo de resolución, es eso, un deseo, patrocinado por el ego, promovido por el orgullo, deseando “algo” que seguro no es necesario. Y en lugar de levantar los ojos al cielo pidiendo a Dios que se resuelva, levantarlos diciendo “hágase Tu Voluntad”.


         Confíen en Dios. Él da a los hombres lo que necesitan, no lo que sus egos creen que necesitan. 

  

lunes, 3 de abril de 2017

¡Uf!, menos mal que solo es un sueño


         Seguro que todos habéis despertado alguna vez al final o en mitad de un sueño trágico o un sueño terrífico, y al ser conscientes de que estabais durmiendo y, solo era un sueño, habéis sentido tal alivio que habéis saltado en la cama alborozados, o sencillamente habéis seguido acurrucados en la misma postura pensando “¡Uf! Gracias a Dios, solo era un sueño”.

         Pues eso es la vida amigos: “Un sueño”. Un sueño en el que se mezclan episodios trágicos y episodios alegres, momentos de dolor, eternidades de preocupación, o instantes de amor, por nombrar solo algunas de las etapas que se van sucediendo en la vida de los hombres.


         Llegará un momento en vuestra vida, en esta, o en las venideras, en las que abriendo los ojos del corazón llegareis primero a la comprensión de que solo estáis interpretando un papel, preparado minuciosamente junto al Director de la obra, para pasar después de la comprensión a la aceptación, más adelante de la aceptación a la entrega, y por fin con la entrega llegareis a Dios. Y como sucede con el despertar en mitad del sueño terrorífico pensareis: “¡Uf!, menos mal que todo era un sueño”.

         Los problemas de los hombres tienen su raíz en la acción que se produce con una sola palabra: “Separatividad”.

La separación de Dios, el creerse seres independientes, deviene en enfermedades que provienen por los bloqueos de la energía del alma. La independencia en la que creen vivir les produce preocupaciones que no son más que proyecciones de su mente, al igual que lo que llaman felicidad. Ambas, felicidad y preocupación, son pura ficción, lo mismo que el amor que imaginan, que no es más que un somero recuerdo del Amor que siente su alma por su Creador.

No eres un ser independiente. No estás solo. El punto que ocupas en el planeta no es el centro del Universo. Eres como una gota de agua en mitad de los mares, exactamente igual a los miles de millones de gotas de agua que componen los océanos. No tienes que defenderte, (ni atacar), a otros por ser de distinta raza, de distinta religión, de distinta creencia política, de distinta cultura o de distinta clase social.

  Ellos son tu espejo. Mírate en ellos. Y cuando comprendas que son iguales que tú, hijos todos del mismo Padre, comenzarás a entenderlos, comenzarás a respetarles, comenzarás a perdonarles, comenzarás a amarles.