El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 31 de julio de 2012

Conocer el futuro


            El ser humano tiene una sed insaciable por conocer cómo será su futuro, y acude a clarividentes, tarotistas, quiromantes, leedores de hoja de coca o de los posos del café, sólo por citar unos cuantos.
            La información que ofrecen estas personas, puede ser correcta o no, pero si tiene un efecto sobre la persona, en muchos casos positivo: Condiciona, de alguna manera su vida, ya que se generan nuevas formas de pensamiento, es decir nuevas energías, capaces de atraer a su vida, las bondades pronosticadas por el psíquico.
            Es la “Ley de la Atracción”. Al recibir la noticia de posibles buenos acontecimientos en su vida, (menos mal que no se suele informar de los malos augurios), deja de lado las viejas formas de pensamientos, que  mantenían a la persona en la ciénaga de su pensamiento circular, basado en su desgracia, en su mala suerte, en su sufrimiento, en su dolor, en su incertidumbre; para adquirir nuevas formas de pensamiento que catapultan a la persona a una nueva esperanza.
            No olvidemos que energías de la misma calidad se atraen, con lo que sin ser conscientes de ello, empiezan a trabajar a favor de las predicciones del psíquico.
            Pero ocurriría exactamente lo mismo si se cambia el pensamiento sin haber pasado por la consulta del futurólogo.
            Sin embargo, nada de esto sería necesario, si fuéramos conscientes de que es el propio ser humano el que está planificando, de manera permanente, su futuro con sus acciones, sus emociones y sus pensamientos de hoy. Cada persona es total y absolutamente responsable única de su vida, y la cosecha que cada uno va a recoger en el huerto de su vida, es sólo aquello que sembró, regó, abono y cuidó con mimo con anterioridad a la cosecha.
            Solamente hay que ser conscientes. Conscientes de los pensamientos y de las emociones con las que convive la persona, para saber cuál será su fruto, ya que son esos pensamientos y emociones, la semilla que va germinando con el paso del tiempo.
Para cambiar el fruto, sólo hay que sustituir la semilla.
          Todos somos psíquicos. Todos tenemos los mismos poderes, poderes que estarán más o menos desarrollados, en función  de nuestra propia evolución y de nuestro propio crecimiento. Evolución y crecimiento que es un continuo desde nuestra primera visita a la materia, por lo que no es fruto de la casualidad “los poderes” de cualquier persona. Sólo es un efecto de su evolución en vidas anteriores.
            Mucho mejor que consultar el mañana, es planificarlo y trabajar, para que esa planificación llegue a buen puerto. Trabajar para crecer y evolucionar, es conocer de antemano el futuro. Futuro, que de hecho, no interesa en absoluto a esas personas que han alcanzado un cierto grado de madurez.

domingo, 29 de julio de 2012

Si no hay ofensa, no es necesario el perdón


               
Hay una cita de la Madre Teresa de Calcuta que dice: El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió.

¿Por qué tenemos que perdonar? La respuesta es bien sencilla: Porque nos hemos sentido ofendidos, porque nos han despreciado o humillado, bien sea con palabras, bien sea con acciones, o sencillamente porque no se han cumplido nuestras expectativas.     

            Parece claro, también, que la ofensa consigue que nuestra paz interior, si es que alguna vez hemos gozado de ella, se esfume como el humo, envuelta en el rencor generado por la ofensa. Y mientras el ofendido rememora una y otra vez la ofensa, alimentando su rencor, destrozando su cuerpo energético con el veneno generado por  sus pensamientos, el ofensor parece seguir disfrutando de su paz interior, sin sufrir el más mínimo desajuste emocional.
            Antes de seguir leyendo, medita un poco sobre esto: El que ofende se queda tan feliz, y el ofendido sufre estresado las consecuencias de la ofensa, que, curiosamente, la ha causado otro.
            Sigue pensando y contéstate a estas preguntas: ¿No te parece demencial, que sufra el que no ha hecho nada?, ¿No te parece ridículo darle vueltas y más vueltas a la ofensa, como si te la estuvieran causando de manera permanente?, ¿Qué pasaría si una vez recibida la ofensa no volvieras a pensar en ella?, y aun mejor, ¿Qué pasaría si lo que ahora consideras como ofensa, ni tan siquiera lo consideraras?
            La ofensa sólo es debida a que se revive una y otra vez, cuando sólo fue realizada en un momento determinado. ¿Por qué rememorar el hecho permanentemente?, ¿Por qué permitir que se desestabilicen las emociones los días o los meses posteriores?
            Sólo se ofenden aquellos que no saben vivir la vida, porque sus vivencias son sus propios pensamientos. Sólo se ofenden los que no saben vivir el presente, porque viven de manera inconsciente. Sólo se ofenden los que viven lejos del amor, su esencia, porque el ruido de su mente les impide sentir el corazón.
            Vive conscientemente, y no será necesario el perdón. Porque vivir conscientemente supone no acumular ofensas, y quien no se ofende no necesita perdonar. Lo que podemos considerar una ofensa, se produce en un momento preciso, pero al no revivir ese momento nunca más, no se mantiene en la mente ningún rencor. Sólo ha sido un episodio más de la vida, posiblemente muy desafortunado para el hipotético ofensor, pero intrascendente para quien lo recibió.

sábado, 28 de julio de 2012

El poder de elegir


            Todo es elección. Aunque no seamos conscientes de ello, nos pasamos la vida eligiendo, y nuestra primera elección es, sin ninguna duda, nuestra llegada a la vida. Elegimos nacer por el inmenso deseo que tiene el alma de purificarse y acercarse a Dios, cuando sería más fácil para ella quedarse en los planos en los que se encuentra, sin ninguna de las necesidades y padecimientos del cuerpo. Pero es igual, el alma necesita acercarse a su esencia divina y vivir su divinidad de manera completa, para lo cual tiene que completar su aprendizaje, tiene que vivir todas las experiencias, tiene que liberarse de sus deudas y recibir las que le son debidas.
            Lo realmente dramático, es que una vez en el cuerpo, no recordamos nada de esa, nuestra primera elección, y nos encontramos en la vida, envueltos en pañales, creciendo y aprendiendo, en casi todas las ocasiones, con dudas y con miedos, unas lecciones que no son las que necesariamente hemos venido a aprender. Es como si nos matriculáramos en la Facultad de Filosofía y en vez de enseñarnos a razonar, nos enseñaran a construir puentes. No nos sirven “casi” de nada las enseñanzas que vamos recibiendo a lo largo y ancho de nuestra vida, y no es porque nuestros maestros no lo intenten, en muchos casos con amor, aunque con esa peculiar manera que tenemos de amar los humanos, el amor del cuerpo, y no el amor del alma. Pero siguen sin sernos útiles sus enseñanzas, ya que no nos enseñan a vivir para el alma. Sus enseñanzas están basadas en como engañar a la vida.
            Es posible, que incluso en ese engañar a la vida, tengamos algunas opciones para elegir nuestro camino: Estudiar o trabajar, ser ingeniero o escritor, permanecer solteros o casarnos, tener un hijo o dos, vivir en una casa o en un piso, etc., etc. Pero siguen siendo opciones de vida, no opciones de alma. Elijamos la opción que sea, siempre nos faltarán las opciones más importantes, de las que ni tan siquiera podemos ser conscientes de que están ahí, al alcance de nuestra mano. Esas opciones, se refieren a la vida del alma, y es normal que no tengamos conocimiento de ellas, porque nunca, nadie, nos ha hablado de otras opciones que no sean las referidas a la vida física del cuerpo.
            Esas otras opciones, desconocidas para casi todos los mortales, no van en contra de la vida, o mejor dicho, no van en contra del libre fluir de la vida. Van a favor de la vida, y por lo tanto, van a favor del alma.
            No se trata de elegir entre nada físico, ni entre dos deseos, que según nos han enseñado, nos pueden dar algún momento de efímera felicidad. Se trata de elegir las condiciones para conseguir, de manera cada vez más duradera, hasta llegar a permanente, “la felicidad”.
            Se trata de desaprender lo aprendido. Se trata de elegir la paz en lugar de la guerra. Se trata de elegir la alegría en lugar de la tristeza. Se trata de elegir la acción en lugar de las dudas. Se trata de elegir la risa en lugar del llanto. Se trata de aceptar en lugar de criticar. Se trata de elegir el respeto en lugar de despreciar. Se trata de elegir el perdón en lugar del odio. Se trata de bendecir en lugar de maldecir. Se trata de elegir el servicio al prójimo en lugar de ignorarle. Se trata de elegir al amor en lugar del miedo. Se trata en vivir desde el alma, mimando al cuerpo. Se trata de elegir la humildad y no la soberbia. Se trata de vivir en la verdad y no en el engaño. Se trata de alegrarte por el bien de tu hermano sin envidias. Se trata de vivir desde el corazón. Se trata de amarnos a nosotros mismos. Se trata de aceptar el libre fluir de la vida sin oposición. Se trata de aceptarnos y presentarnos ante los demás tal como somos, sin máscaras, sin engaños.
            Se trata de elegir la felicidad en lugar del sufrimiento.

domingo, 15 de julio de 2012

Deseo......

            Las pruebas y los sufrimientos más duros con los que nos encontramos los seres humanos, llegan de la lucha con la naturaleza emocional, llegan de una lucha interna con los deseos.

            La persona que logra dominar sus deseos ha avanzado un paso de gigante y decisivo en pos de su felicidad.
            Pero, ¿Qué es un deseo?: El deseo es la atracción que se siente por algo que proporciona placer, o la repulsión de aquello que causa dolor.
            ¿Cómo se genera?: Supón que te sientas a comer. Cuando el bocado entra en contacto con el paladar, se producen unas vibraciones, que aparecen como una sensación particular en el cuerpo emocional. Si el plato es sabroso, según tu gusto, la sensación será agradable. Una vez que terminas la comida, la sensación desaparece, pero permanece el recuerdo de esta, y ese recuerdo puede despertar por cualquier otra causa, sobre todo por asociación de ideas. Entonces desearás saborear ese bocado nuevamente.
            Nos vale este ejemplo, que se puede extrapolar a cualquier otra cosa, sea del tipo que sea.
            Esta claro, que la no consecución de los deseos, bajo cualquier aspecto provoca sufrimiento, en mayor o menor grado.
            Pero, también está claro, que no podemos, de ninguna manera cerrar nuestros sentidos, ni vaciar de ideas nuestra mente.
            ¿Qué hacer entonces? Lo que hay que hacer es permanecer alerta, estar en guardia, y evitar el sentir atracción o repulsión, ya que es de ahí, de donde nace el deseo de repetir la sensación, si es agradable, o de evitarla, si es desagradable.
            No todas las cosas nos causan sensaciones de agrado o repulsión, hay percepciones neutras. Así han de ser todas.
            Una persona que no entiende la naturaleza del deseo, o que no está dispuesta a controlarla, queda atrapada por esas atracciones y repulsiones, que no son más que ligaduras que van atando a la persona a los mundos inferiores.
            No se trata, por tanto, de no sentir placer por una experiencia, no, el placer es el resultado natural del contacto del cuerpo con situaciones u objetos placenteros. Para eso hay que desarrollar fuerza suficiente, y para eso es necesario ver y sentirlo todo como un mero observador. Tú no eres los deseos. Ten claro que cualquier deseo es vibración y únicamente hay que cambiar la vibración.
            Ser sólo un observador requiere:
a)      Ver el desarrollo y funcionamiento de todos los deseos y emociones que surgen en la mente. Por ejemplo, si te enfadas o caes bajo la influencia de cualquier otra emoción, sea buena o mala, observa que sucede. Al principio notarás que te dejas agitar sin ser consciente de ello; pero con vigilancia y práctica vas a desarrollar en la mente una especie de hoja de ruta, o de hábito que registrará todos los movimientos emocionales. Serás, de entrada, un observador silencioso, aunque de momento no seas capaz de controlar los deseos.
b)      Examinar de una manera impersonal esos deseos, y juzgar, de manera crítica y honesta, para que te vale ese deseo. Si has podido vivir sin él hasta el presente, cuanto de importante es para ti.
Este trabajo no es muy eficaz si se hace a toro pasado. Hay que aprender a observar en el momento mismo en que estés influenciado por la emoción. Para esto, no es necesario detener la rutina de la vida, ya sólo va a ser una parte de la mente la que se ocupe de ese trabajo.
Por el simple hecho de observar las emociones, ya se van a eliminar algunas.
Este control se ha de practicar intensa y persistentemente hasta que seas dueño absoluto de tu vida emocional. Es necesario tener voluntad y paciencia. Las personas débiles o poco evolucionadas, se cansarán pronto de llevar a cabo una tarea tan aburrida y abandonarán pensando que es algo inalcanzable.
Esta disciplina es ardua y difícil, y el grado de éxito va a depender de tu nivel de evolución, de la intensidad de tu esfuerzo y de la sinceridad con que enfoques el problema.
No existen formulas mágicas para nada en esta vida, todo requiere trabajo, pero una vez obtenido el dominio, cesa la necesidad de mantener un esfuerzo constante, ya que los deseos y emociones van a cuadrar automáticamente con tus objetivos de vida.
Es posible, que algunos se pregunten qué aliciente queda para vivir, si se analizan los deseos y las emociones de manera implacable, y dirán que el deleite de la vida depende, no sólo de sentir esos deseos, sino de identificarse con ellos. Es una buena pregunta, y la respuesta, sólo puede ser que esperen al resultado, cuando una vez dominada la naturaleza inferior, se observa que cada vez están más cerca de la paz que da la comprensión y de una felicidad permanente.
Así que para conseguir es paz y esa felicidad, hay que ser valientes, trabajadores, pacientes, y dispuestos a prescindir de los placeres y goces temporales de la vida en la materia.
¡Querer es poder!

miércoles, 4 de julio de 2012

El remedio contra la decepción


Si nunca esperas nada de nadie nunca te decepcionarás.

Sylvia Plath

                 ¿Cuántas veces nos hemos sentido decepcionados por  alguien o por algo que ha sucedido en nuestra vida?

                Pero, ¿Qué es la decepción?, en Wikipedia aparece la definición de decepción como un  sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena. La decepción, si perdura, es un desencadenante para la frustración y más adelante, la depresión. Similar al arrepentimiento, se diferencia en que el sentimiento de arrepentimiento se enfoca básicamente en fallas en elecciones personales mientras que el de decepción se enfoca más en la insatisfacción proveniente del aspecto externo. Es una fuente de estrés psicológico.
            Ahí está el problema, en el no cumplimiento de nuestras expectativas. Y esa decepción afecta a nuestra vida emocional generando tristeza, melancolía, rabia, dolor, y un sinfín de emociones, todas negativas, que también afectan indefectiblemente a nuestra vida física y a nuestra vida mental.
            Mentalmente nos atrapa, cayendo en la trampa de la mente, en la trampa de estar preguntándonos ¿Por qué?, ¿Por qué nos hacen daño?, ¿Por qué nos rechazan?, ¿Por qué no nos prestan atención?. Sin darnos cuenta vivimos en pensamientos repetidos, obsesivos, circulares, durante tiempo, manteniéndonos alejados del libre fluir de la vida y llenándonos de energías negativas generadas por esos pensamientos, tan alejados de la comprensión, de la aceptación y del amor.
            Físicamente permanecemos alterados, nerviosos, alimentando nuestro cuerpo físico de una especie de veneno, que antes o después va a afectar de manera negativa alguna función de nuestro cuerpo.
                El sendero parece claro, ¡Hay que evitar la decepción!, pero ¿Cómo? La receta aun es más sencilla, ¡ACEPTACIÓN!
                La aceptación consiste en eliminar la expectativa, en eliminar el deseo. Lo cual no significa que la acción de una persona, o cualquier situación nos agrade o nos haga felices. La felicidad llegará después, aceptando.
Aceptar en ver las cosas como son, no como a nosotros nos gustaría que fueran. Es observar las situaciones y los sucesos, sin juzgar, sin esperar nada, ya que cuando no aceptamos, y esperamos algo, es una prueba clara de que queremos controlar las situaciones,  queremos controlar a las personas, queremos controlar el mundo. Y no funciona así. Las personas son como son, y nadie, excepto ellas mismas, puede cambiarlas.
 La aceptación es como un puente que nos traslada de la decepción a la paz, del dolor a la alegría, del sufrimiento a la felicidad. Aceptación es vivir el presente, es vivir la realidad, tal cual es, es vivir a los demás como lo que son, seres divinos. La aceptación, al mantenernos en la realidad, lejos de vivir una vida de pensamientos, nos permite ser conscientes de todas las oportunidades que nos rodean, para poder fijar y seguir el rumbo de nuestra vida hacia la felicidad.
Aceptar y respetar son sinónimos de felicidad.

sábado, 30 de junio de 2012

Terapeutas voluntarios


Un/a voluntario/a es la persona que se compromete de forma desinteresada a ayudar a otro y lo hace, generalmente, con capacidad de obrar, de forma organizada y en el seno de una institución o proyecto.
Para que una acción sea voluntaria han de cumplir tres condiciones:
1) Ha de ser desinteresada, es decir, el voluntario no persigue ningún tipo de beneficio ni gratificación por su ayuda.

2) Es intencionada, persigue un fin y un objetivo positivo (buscar un cambio a mejor en la situación del otro) y legítimo (el voluntario goza de capacidad suficiente para realizar la ayuda y de cierto consentimiento por parte del otro que le permite que le ayude).

3) Está justificada, es decir, responde a una necesidad real del beneficiario de la misma. No es un pasatiempo ni un entretenimiento sin más, sino que persigue la satisfacción de una necesidad que hemos definido previamente como tal.
Generalmente se busca el beneficio del otro a través de un esfuerzo personal. En el caso de voluntariado de asistencia directa, hay que tener en cuenta que la relación del voluntario con los destinatarios de su acción voluntaria ha de ser de persona a persona (sin juicios, prejuicios, estereotipos, etc.), y la mejor herramienta para esta relación es la comunicación.
Una de las características del voluntariado es el “Espíritu de servicio”: Servir quiere decir dar, sacrificar una parte de sí mismo, de lo que se posee, en favor de otros, escribió Jean-G. Lossier: Es necesario, en primer lugar, conocerse, encontrarse a sí mismo, único medio de conocer y de encontrar a los demás.
Es muy cierto que cuanto más grande sea nuestra riqueza interior, más frutos producirá nuestro trabajo. Si no hay luz en nosotros, ¿cómo iluminaremos el camino?
Derechos del voluntariado:
·      Recibir, tanto con carácter inicial como permanente, la información, formación, orientación, apoyo, y en su caso, medios materiales necesarios para el ejercicio de las funciones que se les asigne.

·     Ser tratados sin discriminación, respetando su libertad, dignidad, intimidad y creencias.
·       Participación activa en la organización en que se inserten, colaborando en la elaboración, diseño, ejecución y evaluación de los programas, de acuerdo con sus estatutos o normas de aplicación.
·         Ser asegurados contra los riesgos de accidente y enfermedad derivados directamente del ejercicio de la actividad voluntaria, con las características y por los capitales asegurados que se establezcan reglamentariamente.
·         Disponer de una acreditación identificativa de su condición de voluntario.
·         Realizar su actividad en las debidas condiciones de seguridad e higiene en función de la naturaleza y características de aquélla.
·         Obtener el respeto y reconocimiento por el valor social de su contribución.
Perfil del Voluntario/a
Formación Profesional:
Terapeuta en cualquiera de las ramas. (Imprescindible titulo)
Funciones que deberá desarrollar:
Realización de terapias gratuitas.
Tiempo mínimo de voluntariado requerido para desarrollar la labor:
Terapeutas de Cusco: Como mínimo un día a la semana.

·         Permanencia pactada con la Dirección del Centro.
Terapeutas del exterior: La permanencia se tratará con la Dirección del Centro.
Condiciones del voluntariado
Del Centro:
·         Proveerle los materiales necesarios para realizar su trabajo.

·         El Centro no brinda ni alojamiento ni alimentación. Todo es por cuenta del voluntario/a.

·      Mientras realiza su voluntariado, podrá asistir de manera gratuita a las actividades realizadas en la Fundación, salvo talleres y cursos realizados por personal ajeno, en los que tendrán un descuento por su participación.

El Voluntario/a deberá:
·         Cumplir con los horarios de voluntariado a los que se ha comprometido.
·         Mantener en todo momento el respeto a la población beneficiaria.
·         Cumplimiento de las normas internas de la Fundación.
Para ofrecerte como voluntario/a:
Enviar un e-mail al correo de la Fundación con:
·         Un escrito en el que indicará su predisposición para ser voluntario, así como su motivación y disponibilidades.
·         El cuestionario que aparece a continuación, relleno con la información solicitada.
·         Copia de tus títulos escaneados.
C U E S T I O N A R I O
Nombre: …………………………………………………………………………………………………….
Sexo: ………………………………………………………………………………………………………….
Fecha de nacimiento: ………………………………………………………………………………….
Nacionalidad: …………………………………………………………………………………………….
E-mail: ………………………………………………………………………………………………………..
Estudios: …………………………………………………………………………………………………….
Ocupación/Profesión: …………………………………………………………………………………
¿Cuál es tu motivación para ser voluntario/a?
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¿Qué conocimientos tienes de español?
Lo entiendo y hablo lo suficiente para comunicarme ……………………………………
Tengo dificultades para hablar y entender…………………………………………………...
¿Has hecho trabajo voluntario antes? ¿Dónde y por cuánto tiempo?
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¿Cómo has conocido el “Proyecto Shikoba” de la Fundación Elial?
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…………………………………………………………………………………………………….
¿Por qué has pensado en la Fundación Elial para hacer tu voluntariado?
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…………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………...


domingo, 24 de junio de 2012

Nuestra misión


El tiempo transcurre, la vida va pasando. Vemos como van desapareciendo nuestros seres queridos: primero los abuelos, después los padres y, sin darnos cuenta, nos encontramos en primera línea para dejar la vida.
Hemos visto pasar los inviernos, uno tras otro, hemos visto caer las hojas de los árboles. En nuestros primeros inviernos, siendo niños, corríamos por las rutas de la vida ansiosos por crecer, y después, ya crecidos, nuestros hijos nos tomaros el relevo.
Pero según vamos creciendo, hasta envejecer un día, hay cosas que permanecen inmutables: el Sol que nos alumbra cada día, la Naturaleza inmutable en su mismo cambio según las estaciones y, nuestro trabajo sagrado y grandioso en la Tierra.
Lo triste, es que muchos de los que crecen, envejecen y mueren, lo hacen sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que es lo que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.
Pero se lo planteen o no, la vida es una escuela en donde cada uno de nosotros aprende y practica las lecciones correspondientes a su nivel de estudio, a su nivel de evolución. Y en nuestro libre albedrío podemos hacer la vida que queramos, Dios nos lo permite, nos permite adecuar nuestro aprendizaje. Somos libres para vivir nuestra vida, somos libres para practicar las lecciones o darle satisfacción al cuerpo físico, somos libres para ser felices o para sufrir, somos libres para sentirnos culpables o para amar, somos libres para perdonar o para odiar.
Es posible que no tengamos la capacidad de plantearnos de dónde venimos, que es lo que hacemos en la Tierra, o donde vamos cuando dejamos el cuerpo. Es posible que no sepamos que estamos aquí para hacer un trabajo, y no nos planteemos ni una sola vez cual será nuestra misión. Pero lo que si tenemos, es la voz de la conciencia, y esa vocecita interior la tenemos todos, y además, no se calla, y nos va diciendo lo que está bien y lo que está mal. Es cierto que algunos consiguen acallarla, pero hasta que lo consiguen tienen que sentir su martilleo incesante dentro de ellos.
No es necesario saber nada de chakras, ni de energía, ni de Maestros, ni de espiritualidad, ni de meditación, ni de cosas parecidas, para aprobar el curso de la vida, para evolucionar a un nivel superior de conciencia, para crecer o para acercarse a Dios.
 Lo único que es necesario es escuchar la voz de la conciencia. Ella nos va a guiar por los vericuetos de la vida, siempre orientándonos hacia el Amor y hacia la Bondad. Porque el Amor y la Bondad es la meta a la que tenemos que llegar todos al finalizar nuestro tiempo en la materia.
Podemos no sabemos cuál es nuestra misión, de hecho no la sabemos “casi” ninguno, pero si actuamos con Amor y Bondad estamos tomando un atajo seguro, un atajo que nos va a ayudar a convalidar el resto de asignaturas desconocidas para la mayoría de nosotros.
Dios es Amor, por lo tanto actuar con Amor, es actuar con Dios, es hacerse su aliado para transitar por la vida. ¿Existe un aliado mejor?

viernes, 22 de junio de 2012

Las razones de la mente

            A veces parece que la mente fuera un contrincante de Dios, un contrincante del Amor, un contrincante de la propia paz y felicidad del ser humano, ya que todo, o casi todo lo que sale de ella es para separar, en lugar de unir; para separarnos de Dios, del Amor, de la serenidad y la dicha. Es decir, nos separa de su esencia y nos une al dolor y al sufrimiento, posiblemente por ser sus propias creaciones.

            Y, sin embargo, la mente también ha sido creada por Dios, como todo lo que existe. ¡Cuánta soberbia!, no sólo no reconocer su linaje, sino enfrentarse a su propio Creador. Su soberbia está siempre al acecho para salir a la luz a la mínima oportunidad, al menor resquicio que dejamos en su puerta.
            Después de años de meditación diaria e intenso trabajo para limpiar las “malas hierbas” de mi cuerpo, para eliminar o sustituir los malos hábitos, para fortalecer el carácter en contraposición con la mente y taponar así los resquicios por donde esta pudiera asomar su soberbia, y para desterrar, también, todo tipo de creencias y verdades, aun aparecen, en algunas ocasiones, dudas, miedos e intolerancias.
            Es cierto que cada vez son menos en cantidad, más espaciadas en el tiempo y de menor duración, pero están ahí, como escondidas, aparecen y se pasean por mi mente cuando menos lo espero.
            En el momento que toman posesión de mí, soy consciente, en todos los casos, de las razones que expone mi mente para su justificación: “Es la constatación de un hecho”, “Es alguien que está mintiendo a sabiendas”, “Es una injusticia”, “Es un ladrón”, bla, bla, bla. La mente, tan poderosa ella, trata de enredarme con argumentos que sabe que son mi debilidad. ¡Cómo no va a saberlo!, si entre todos los pensamientos que se pasean por mi cuerpo mental, estos tienen un ancho camino hasta el cerebro para poder expresarse a su antojo, casi una autopista.
            En la mayoría de los casos estoy siendo consciente de esos pensamientos que aparecen en mi mente, (ya es algo). Unas veces, las más, consigo que el pensamiento se quede en eso, sólo pensamiento, y en el momento siguiente, una vez disipado el pensamiento, busco el silencio, para contrarrestar ese desliz de la mente, contraponiendo pensamientos elevados para limpiar las energías de baja calidad generadas por los pensamientos anteriores.
            Existen otras ocasiones, es cierto que son las menos, (pero existen), en las que no soy capaz de detener el pensamiento y este viaja hasta la boca, saliendo de esta a borbotones, ensuciando todo lo que encuentra a su paso, en primer lugar a mi propio cuerpo. Es increíble, la mente trabaja en mi contra. Cuando soy consciente de esto, me dejaría caer de bruces para pedir perdón a todos a los que ha ensuciado mi palabra, generada por malignos pensamientos.
            Aunque todavía no me dejo caer de bruces, si que intento sentarme a meditar de inmediato para solicitar el perdón y bendecir la situación pasada una y mil veces.
            Me pregunto: Si yo que estoy bastante entrenado, la mente me busca las vueltas para dominar con sus razones, ¿Qué será de aquellos que ni tan siquiera distinguen entre ellos y su mente? Es entonces cuando entiendo la cantidad de vidas de sufrimiento por las que hemos de pasar una y otra vez, ya que las Leyes del Universo se cumplen de manera inexorable, se tenga conocimiento de ellas o no.
            ¡En fin!, supongo que este es el peaje que hemos de pagar por nuestra matriculación en nuestro curso de evolución y crecimiento. Voy a seguir meditando y trabajando para eliminar las “malas hierbas” que de manera constante van creciendo en nuestro campo.


           

           

lunes, 18 de junio de 2012

Papi ¿Cuanto me amas?


            Esta es una de tantas historias que circulan por la red. Pero para mí no ha sido una más, ya que he llorado como hacía tiempo no lo hacia, y me apetece compartir mis lagrimas con vosotros.


            El día que mi hija nació, en verdad no sentí gran alegría, ya que la decepción que sentía, parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener una hija.
¡Yo quería un varón!
            A los dos días de haber nacido fui a buscar a mis dos mujeres, una lucía pálida y agotada, y la otra radiante y dormilona.
            En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisita de mi Carmencita, y por la infinita inocencia de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura.
            Su carita, su sonrisita y su mirada, no se apartaban ni por un instante de mis pensamientos, todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacia planes sobre planes, todo sería para mi Carmencita.
            Este relato era contado a menudo por Rodolfo, el padre de Carmencita, y yo, también sentía gran afecto por la niña, que era la razón más grande para vivir de Rodolfo, según decía él mismo.
            Una tarde estaba mi familia y la de Rodolfo haciendo picnic a la orilla de un río, cerca de casa, y la niña entabló una conversación con su papá, todos escuchábamos:
-          Papi,….. cuando cumpla quince años, ¿Cuál será mi regalo?
-          Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?
-          Bueno papito,….. tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.
La conversación se extendía y todos participábamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.
Una mañana me encontré con Rodolfo enfrente del colegio donde estudiaba Carmencita, quien ya tenía catorce años. Rodolfo se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostraba las calificaciones de Carmencita. Eran notas impresionantes, ninguna bajaba de diez puntos, y las anotaciones que habían escrito sus profesores eran realmente conmovedoras. Felicité al dichoso papá.
Carmencita ocupaba toda la alegría de la casa, ocupaba la mente y el corazón de toda su familia, especialmente el de su papá.
Fue un domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, que Carmencita tropezó con algo, eso creímos todos, y dio un traspiés. Su papá la agarró de inmediato para que no cayera. Ya instalados en la iglesia, vimos como Carmencita fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento.
La tomamos en brazos mientras su papá buscaba un taxi para ir al hospital.
Allí permaneció durante por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no parecía ser algo definitivo, había que practicarla más pruebas para llegar a un diagnóstico firme.
Los días iban pasando, Rodolfo renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de Carmencita. Su madre quería hacerlo, pero decidieron que ella trabajara, ya que sus ingresos eran superiores a los de él.
Una mañana, Rodolfo se encontraba al lado de su hija, cuando ella le preguntó:
-          ¿Voy a morir, no es cierto?, ¿Te lo dijeron los doctores?
-          No mi amor,…. No vas a morir. Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más amo sobre este mundo. Respondió el padre.
-          ¿Van a algún lugar?, ¿Pueden ver desde lo alto a su familia?, ¿Sabes si pueden volver? Preguntaba su hija.
-          Bueno hija,…… en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso. Pero si yo muriera no te dejaría sola. Estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo. En última instancia utilizaría el viento para venir a verte.
-          ¿Al viento?, y ¿Cómo lo harías?
-          No tengo la menor idea hijita. Sólo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo, cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Rodolfo. El asunto era grave. Su hija se estaba muriendo. Necesitaba un corazón, pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más.
-          ¡Un corazón!
-          ¿Dónde hallar un corazón?
-          ¡Un corazón!
-          ¿Dónde, Dios mío!
Ese mismo mes Carmencita cumpliría sus quince años. Y fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante. Una esperanza iluminó los ojos de todos, las cosas iban a cambiar.
El domingo por la tarde ya Carmencita estaba operada. Todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!
Sin embargo, Rodolfo todavía no había vuelto por el hospital y Carmencita lo extrañaba muchísimo. Su mamá la decía que todo estaba muy bien, y que su papito será el que trabajaría para sostener a la familia.
Carmencita permaneció en el hospital por quince días más. Los médicos no habían querido dejarla ir, hasta que su corazón estuviera firme y fuerte, y así lo hicieron.
Al llegar a casa se sentaron en un enorme sofá, y su mamá con los ojos llenos de lágrimas la entregó una carta de su padre.
“Carmencita, hijita de mi corazón. Al momento de leer mi carta, ya debes de tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho. Esa fue la promesa que me hicieron los médicos que te operaron.
No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a tu lado en este instante.
Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez añitos, y a la cual no respondí.
Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás haría por su hija….
Te regalo mi vida entera, sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.
¡¡Vive hija mía!!, ¡¡Te amo con todo mi corazón!! 

Carmencita lloró todo el día y toda la noche, y al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá. Lloró como nadie lo ha hecho jamás y susurró:
-          Papi,….. ahora puedo comprender cuanto me amabas. Yo también te amaba y nunca te lo dije. Ahora comprendo la importancia de decir “Te amo”, y te pido perdón por haber guardado silencio tantas veces.
En ese instante, las copas de los árboles se movieron suavemente, cayeron algunas hojas y florecillas, y una suave brisa rozó las mejillas de Carmencita. Alzó la mirada al cielo, intentó secar las lágrimas de su rostro, se levantó, y emprendió el regreso a su hogar.

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Nunca dejes de decir “Te amo”
No sabes si será la última vez
Cada día, a cada instante, expresa tu amor.