El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 29 de enero de 2018

Monólogo dedicado a Dios

Dios no habla, pero todo habla de Dios.

Julián Green

Señor, no sé si he avanzado algo, y cuánto me falta todavía para llegar, no sé …, Tú, mejor que yo lo sabes. Pero para llegar a ese no sé dónde, yo creo que aún me falta un buen trecho.


Casi sé de dónde vengo. Es seguro que vengo del miedo, de la tristeza, de la impaciencia, de la intolerancia, de la vanidad y del orgullo. Es posible que haya dejado atrás alguna otra estación, no soy muy consciente, pero sí sé de dos estaciones que aún tengo muy lejos para alcanzar: El Amor y a Ti.

Sé que eres la última estación, y la ansío, porque cuando llegue a Ti, se habrá acabado el sufrimiento, en cualquiera de sus formas. También sé que el vehículo para llegar a Ti sólo es el Amor. ¡Y me falta tanto!

Vivo con toda la atención posible, para en los casos en que no llegue con el amor, llegar al menos con el respeto, pero supongo que sabes, que a veces, pierdo la atención, y entonces, ni respeto ni amor. Es cierto, que cada vez soy más consciente, pero me pregunto: ¿Por qué no siento lo mismo por todas las personas?

Amo a mi madre, amo a mi esposa, amo a mis hijos, amo a mis nietos, amo a mis amigos. Por todos daría la vida, pero creo que, mientras por unos la daría por obligación, por otros la daría por puro placer.

¿Sabes cómo lo sé? Bueno ya sé que lo sabes, pero me apetece contártelo. Con frecuencia, pienso en el amor tan inmenso que siento por mi esposa o por mis hijos, y siento cómo mi pecho se expande, es como si se desbordara un mar de energía por todo mi cuerpo, a la vez que mis ojos se llenan de lágrimas. Es amor, es puro amor.

Entonces pienso que eso es lo mismo que debería de sentir por todos los seres, y me entristece pensar que no lo siento.

Por eso, sé que me falta mucho Señor. Y aun siento que me falta mucho más cuando pienso en Ti. Porque tendría que amarte sobre todas las cosas y siento y pienso que no es así. ¡Me falta mucho todavía Señor!

Cada vez siento con más intensidad que tengo que utilizar mi experiencia de vida para enseñar a otros el camino para llegar a Ti. Pero si yo no he llegado, ¿cómo puedo enseñar a otros?, ¿no seré un farsante?, ¿no confundiré mis sensaciones con mis pensamientos o con mis deseos?, ¿estaré en el camino correcto?

Yo sé que me hablas, pero no te oigo Señor. Me gustaría tanto sentir Tu Palabra, o sentir a los Maestros. Aunque solo fuera una vez.

Me cansa la vida, me aburren las personas. No tienen voluntad. No saben que tienen que llegar a Ti, pero si lo supieran querrían hacerlo con una gragea antes de cada comida. Son incapaces de buscarte, y yo no sé cómo explicárselo, sé que no se lo creen.

Quieren saber cómo atraer dinero y poder, quieren tener la certeza de que son eternos, pero en la forma que tienen. Quieren saber si en otra reencarnación su mamá va a volver a ser su mamá, y si su hija va a volver a ser su hija.

No tienen tiempo de entrar en sí mismos, pero sí lo tienen para salir afuera. Miran al diferente con miedo o por encima del hombro. Envidian el éxito y como no lo consiguen lo critican sin piedad.

Estoy cansado Señor. No voy a llegar, no sé muy bien adónde, pero no voy a llegar. Me siento como el corredor de la maratón al que le fallan completamente las fuerzas a veinte metros de la llegada.

Necesito ayuda Señor. Te necesito.

No te canso más. Gracias por estar ahí.  




sábado, 27 de enero de 2018

Pasado

El pasado ya no es y el futuro no es todavía.

San Agustín

Es un deporte mundial vivir anclados en el pasado. Lamentándose por lo que se hizo, por cómo se hizo, o por no haber hecho. Tenga presente que todo lo que se hace se hace de la mejor manera que la persona puede. Nadie hace nada mal a conciencia, sobre todo, si es algo de lo que luego puede arrepentirse.


No se juzguen, no se critiquen. Todo lo que hacen, por lo menos, para ustedes mismos, lo hacen con la mejor intención, con la intención de conseguir alcanzar alguna meta. Si no lo consiguen varíen algún aspecto del camino para conseguir resultados diferentes, pero no lo conseguirán, seguro, menospreciándose a sí mismos. Recuerden: energías iguales se atraen. Si piensan que son unos burros, al final rebuznarán.


            Hay un refrán que dice: “A lo hecho pecho”, que significa que, si lo hecho es irremediable, y malo, hay que tener fortaleza y valor para aceptarlo.

            Que sirva de lección para rectificar en el futuro, para que no vuelva a suceder. Pero lamentarse y flagelarse eternamente no cambia el hecho. ¡Para que sufrir!

            De la misma manera, aunque estemos tratando de cuestiones hacia uno mismo, podemos desviarnos unas décimas, para entender que los otros, también han hecho las cosas lo mejor que sabían, por lo tanto, eviten cualquier tipo de crítica.

            Cada vez que se rememora un hecho del pasado, la mente siempre lo interpreta como presente, ya que para ella no existe pasado, siempre existe en presente lo que la ocupa en cada momento. Por lo tanto, cada vez que rememora un suceso es como si lo estuviera viviendo en ese momento, generando la misma energía que se generó entonces, el mismo dolor, el mismo sufrimiento. ¿Merece la pena sufrir permanentemente por un mismo suceso?

            Lo mejor es aceptarlo.

Si fue por algo que hicieron y se arrepienten por los resultados, ya no pueden hacer nada más que extraer la enseñanza, y procurar que no se vuelva a repetir para evitar el sufrimiento.

Si fue por la pérdida de un ser querido, tampoco le van a traer de vuelta con su dolor permanente. Así que acepten el hecho, y si les apetece recordar algo, recuerden los buenos momentos vividos con esa persona.

Si fue por algo que les hicieron, pongan los medios para que no vuelva a suceder, como puede ser, no frecuentar a esa persona.

Sea cual sea la razón de su viaje al pasado, no consigue más que avivar la llama del dolor. En sus manos está vivir el dolor o alejarlo de usted.




jueves, 25 de enero de 2018

Aceptar el cuerpo

Señor,
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, 
valor para cambiar aquellas que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia.

San Francisco de Asís


Teniendo en cuenta que el cuerpo ha sido elegido por cada alma como la mejor opción para el trabajo a realizar, rechazar el propio cuerpo, o alguna de sus partes, significa renunciar a aquello que el alma ha preparado con esmero.

Por lo tanto, si cree que ha venido para realizar una misión, y que para ello el instrumento que se ha dado es el cuerpo, tiene que aceptar, valorar, respetar, cuidar y amar su cuerpo.




Si no cree que ha de realizar un trabajo determinado, es igual, tiene que pasar la vida con su cuerpo, con cualquiera que sea su creencia. Por lo tanto, acéptelo también, ya que sufrirá inútilmente si no lo hace.

Así que, tanto si cree que ha elegido su cuerpo, como si cree que usted es el resultado del azar, tiene el cuerpo que tiene. Acéptelo, no lo puede cambiar, salvo los pequeños, o grandes matices de la cirugía.

Aliméntelo de manera sana, ejercítelo, que no se atrofie antes de tiempo, dele el descanso que le corresponde. Potencie sus fortalezas y trabaje para mejorar sus debilidades.

Escuchen su cuerpo. El cuerpo es sabio y sabe realmente que necesitan, cuando lo necesitan y como lo necesitan. No maltraten a su cuerpo. Si maltratan a su cuerpo, no se sorprenda si otros les maltratan, porque es la energía que desprenden.

Recuerde que energías iguales se atraen, por lo tanto, si usted no está satisfecho de su cuerpo, esa energía le rodeará como un anuncio de neón, y todos aquellos que se crucen en su camino, serán atraídos por su “luz de neón”, y opinarán, (deporte mundial el de opinar de cuestiones ajenas), que no les gusta el cuerpo que usted tiene, con lo cual añaden sufrimiento al suyo propio.

Tenga en cuenta, además, que usted es un ser único. No existe otro igual en todo el Universo. Y las piezas únicas siempre han sido muy bien valoradas.

No se lamente de su cuerpo, no le critique. Con los lamentos y con la crítica no va a conseguir cambiarlo.