El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 7 de noviembre de 2017

Saber y creer




Para llevar y recoger a mi hijo del colegio tengo que pasar, (bueno, hay otros caminos, pero no son tan agradables), por un parque que hay en San Isidro, que es un distrito de Lima, que se denomina “El bosque del Olivar”, que cuenta con 1.600 olivos, algunos con 400 años de antigüedad.

Cada vez que paso por “El Olivar”, que pueden ser cuatro veces al día, sobre todo cuando voy solo, me da la sensación de que bajo algún olivo centenario me voy a encontrar con Jesús, apoyado en el retorcido tronco del árbol, hablando a sus discípulos.

Y, a veces, es tal la sensación, que trato de agudizar el oído para escuchar sus palabras. Incluso, algunos días, creo sentir Su palabra. Hoy ha sido uno de esos días.

Hoy el niño, (tiene cinco años), que no calle ni debajo de agua, tenía un día sorprendentemente callado, con lo que los dos caminábamos de la mano en silencio, enfrascados cada uno en sus propios pensamientos. Supongo que los suyos girarían en torno a “Scrat”, la ardilla de la película “La era de hielo”, porque desde el fin de semana anterior, que vio una de las películas de la saga, y desde que tiene una “Scrat” de peluche, es su tema favorito.

Mis pensamientos eran otros. Estaba dándole vueltas a mis propias miserias, pensando: “no estoy preparado”, “no tengo suficiente información” para enseñar a nadie. La verdad es que últimamente es un pensamiento recurrente.

Supongo que los Maestros, al otro lado de la vida, deben estar un poco aburridos de mis monotemáticos lamentos y decidieron darme la respuesta en forma de regalo, permitiendo que escuchara la plática con la que en ese momento el Maestro instruía a sus discípulos bajo el olivo más antiguo del parque.

Y esto fue lo que me permitieron escuchar:

“Ya lo sabéis todo”, pero más importante que saber es creer. Tenéis que creer en vosotros, porque si no creéis en vosotros mismos, no podréis ayudar a otros. Por más que estudiéis, por más que escuchéis, si no creéis en vosotros, no desarrollareis nada.

Ni siquiera es importante si os equivocaos o no. Lo importante es que creáis en vosotros. ¿Has oído Pedro?, tienes que creer en ti, porque vas a ayudar a personas mientras creas en ti mismo.

Las personas a quienes la gente cree, son las que hablan con seguridad de sí mismas. Y hablan con seguridad porque se lo creen.

Solamente podréis ayudar a la gente si creéis en lo que hacéis, si creéis en lo que decís.

No importa si más adelante cambiáis de opinión. Si cambiáis de creencia también lo comunicareis, contareis vuestra evolución de como habéis llegado a esa nueva creencia, mientras tanto confiar en lo que creéis hoy y transmitir lo que creéis hoy.

Estáis de sobra preparados para enseñar a los que se acerquen a vosotros. Los que necesiten saber otras cosas ya buscarán a los maestros en esas materias.

Como decía Marcos, (4:9): Si alguien tiene oídos para oír, que oiga.




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