El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 13 de mayo de 2015

Próxima parada: Dios, pero ...., ¿Quién es Dios?


Decía en el primer párrafo de la primera entrada de Próxima parada: Dios, que ”El mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no sabemos que hemos venido a hacer aquí,  y por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
Ahora, después de las entradas anteriores, podemos decir que ya sabemos, o que al menos nos suenan algunas cosas: Sabemos lo que somos y sabemos de dónde venimos. Nos falta saber adónde vamos y que hemos venido a hacer a la vida.
Sabemos lo que somos, somos un alma, somos esa Chispa Divina que un día se desgajó de la Energía Divina, es decir, se desgajó de Dios.
Si los hijos de señor Martínez son ellos mismos Martínez y tienen los mismos genes que su padre, y de igual manera los hijos del seños López son a su vez López, con los mismos genes que su padre, no nos equivocaremos si afirmamos que los hijos de Dios somos a la vez Dios y tenemos los mismos genes que el Padre.
Antes de que se desgajara la Chispa Divina, éramos Dios, de la misma manera que la gota de agua que se desprendió de la ola era Océano antes de ser gota, y de la misma manera que la gota vuelve a ser Océano, nosotros volveremos un día a unirnos a Dios.
Pero, ¿Quién es Dios? Con nuestra mente humana estamos acostumbrados a ponerle forma a todo, porque todo tiene forma en el mundo de la materia, pero no olvidemos que nosotros no pertenecemos al mundo de la materia, pertenecemos al mundo del Espíritu, pertenecemos a Dios, por lo tanto es inútil buscar una imagen en el mundo espiritual. Las imágenes de María, de Jesús, de los Santos o de los Maestros, sólo son los soportes que necesitamos los humanos para que nuestra mente entienda la forma, pero tampoco tienen forma, porque nada fuera de este mundo tiene forma, Dios tampoco.
Según nos cuenta la Biblia, cuando Dios se manifestó a Moisés como una zarza ardiendo sin consumirse, Moisés preguntó, ¿Quién eres?, ¿Quién digo que me envía cuando me pregunten?, y Dios respondió: “Yo Soy El que Soy, diles que El que Es te ha enviado”.
 
Dios, sencillamente Es. Dios Es el aire y Es el agua, Dios Es la tierra y el fuego, Dios Es cada montaña, cada planta, cada criatura. Dios Es tú, Dios Es yo. Dios Es Amor, Es Comprensión, Es Compasión, Es Misericordia. Todo Es……….. Todo Es Dios.
Recuerdo cuando me enseñaban el catecismo que para hablar de la existencia de Dios, en él aparecía, más o menos, algo así: “¿Quién hizo el reloj?, el reloj lo hizo el relojero”, y “¿Quién hizo el mundo?, el mundo lo hizo Dios.
Efectivamente, es evidente la existencia de Dios. Solo hay que asomarse a la ventana del Universo y ver a nuestro planeta, una enorme bola azul, suspendida en el espacio, sin estar sujeta a nada, girando en perfecto orden, junto con otras enormes bolas, la mayoría mucho más grandes que la Tierra, alrededor de una bola de fuego, que es el Sol. Y todo ese conjunto girando alrededor de otro Sol. Y no sabemos cuántos soles más, y universos más existen como el nuestro, o diferentes. Parece increíble tanta grandeza.
Y si no queremos mirar tan lejos, solo tenemos que ver la perfección del ser humano, de los animales, de la Naturaleza. Dice Master Choa Kok Sui, en su libro: “La existencia de Dios es autoevidente”, en el apartado 7: “Una hermosa rosa está hecha solamente de cuatro ingredientes físicos: agua, minerales en trazas, aire y luz solar. Solo Dios pudo hacer algo tan complejo, tan bello, con tan solo cuatro ingredientes físicos. Los científicos, incluso dándoles trillones de dólares, no serían capaces de producir una rosa tan sólo con estos cuatro elementos físicos”.
A pesar de la evidencia, algunos, muy pocos, niegan la existencia de Dios. Otros, los más, si parece que creen en Él, pero lo suponen tan lejano, viviendo en algún confín del Universo, que no creen que pueda solucionarles ningún problema, aunque en las ocasiones en que la vida les presenta las pruebas más duras, levantan los ojos al cielo, pidiendo ayuda, renegando o culpabilizando a Dios de su desdicha. Es decir, que creen en Algo, que no saben muy bien para qué sirve y que además, si no se portan bien, según les han enseñado, les va a castigar y a condenar al fuego eterno, que es un lugar donde, al parecer, te quemas sin consumirte eternamente. ¡Hay que ser malvados para aterrorizar de esta manera!
Por lo tanto ya sabemos muchas cosas: Somos Hijos de Dios, venimos de Dios y a Él vamos a retornar. Nuestro trabajo a realizar en la vida también parece claro, estamos aquí para recordar el camino de vuelta a casa.
Escribía Brian Weiss: “El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado, y para volver a casa tenemos que recordar el camino”.
Vamos a tratar de recordar cuál es el camino, camino que ya estamos recorriendo con más o menos acierto, con más o menos velocidad, pero ya estamos en él, no vamos a tener que hacer ningún esfuerzo para acelerar el ritmo y para ir de frente, y mucho menos ahora que ya sabemos que caminamos de la mano de Dios.

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