El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 4 de enero de 2014

Si quieres puedes.


Mientras mayor es la lucha,
más glorioso es el triunfo.
“Las cosas no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", decía Séneca. La fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en muchos casos, la clave del éxito incluso en las condiciones más adversas. Así lo propugna la psicología positiva, que se centra en la voluntad para desarrollar el potencial de cada uno.
Los ejemplos son abundantes, y nos muestran cómo, por ejemplo, Einstein y Edison fueron considerados retrasados mentales durante su infancia, incomprendidos y rechazados por un entorno que luego contempló perplejo cómo los frutos de sus talentos cambiaban para siempre el curso de la historia. O cómo los descubrimientos de Fleming, Pasteur, Servet, Copérnico y tantos otros les costaron desde la vida hasta el rechazo más contundente de sus coetáneos. Otros, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King o Teresa de Calcuta, han demostrado también con su vida que las utopías pueden tocar la realidad cuando el propósito y la voluntad son firmes y los principios marcan una clara dirección y sentido, no sin un terrible sufrimiento que sólo la confianza y la entrega absoluta a una causa mayor que uno mismo son capaces de vencer.
Podemos pensar que estos eran grandes seres. No es verdad, todos nacemos igual, y con voluntad podemos conseguir lo que deseemos. “Si quieres puedes”.
            No hay nada más real que una buena utopía.
Podemos aplicar la máxima para conseguir vivir nuestra divinidad, porque seguro que todos los que os asomáis a esta ventana estáis más que hartos de escuchar y de leer que no somos el cuerpo, que somos algo mucho más grande, que somos a imagen y semejanza de Dios, que somos seres divinos, en fin, que somos el alma. Incluso, podemos ir más allá, sabemos intelectualmente lo que significa, y trabajamos, aunque no con la asiduidad y la constancia que merece nuestra alma, para ver qué sucede con la meditación, aunque lo que realmente nos gustaría es que se apareciera Dios en persona, no ningún ayudante, y nos dijera lo fantásticos que somos,  lo bien que lo estamos haciendo, y que es lo que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero aunque intelectualmente sepamos qué es lo que significa ser el alma, y hagamos algunas cositas como leer libros de crecimiento personal, o yoga, o meditar, o incluso puede ser que realicemos algún tipo de voluntariado algún día a la semana, ¿Hemos integrado realmente en nosotros lo que significa ser el alma?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa ser un hijo de Dios?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa ser un ser espiritual?
Si en lo más profundo de nosotros mismos, esperamos que se nos aparezca Dios, o incluso algún ayudante, para entablar una conversación con nosotros, es una prueba irrefutable de que aunque entendamos que no somos el cuerpo, sino que somos el alma, no lo hemos integrado, en absoluto, en nosotros. Si sufrimos por la no satisfacción de deseos que consideramos vitales para nuestros intereses, no lo hemos integrado. Si no encontramos tiempo para la oración o la meditación, debido a nuestra lucha diaria para conseguir bienes materiales, no lo hemos integrado. Si perdemos la paciencia con alguna persona o situación, no lo hemos integrado. Si tenemos, aunque sólo sea un pensamiento de crítica hacia alguien, no lo hemos integrado. Si tenemos miedo, si perdemos la paciencia, si estamos tristes, no lo hemos integrado.
Integrar en nosotros la realidad de que somos seres espirituales, supone sentir en cada situación, sea la que sea, la consideremos desde el cuerpo favorable o no, el amor, la compasión, la misericordia. Ni más ni menos, que como sucede con el mismo Dios. Jamás juzga, jamás critica, jamás cuestiona, para Él todo está bien. Para nosotros también ha de estarlo.
¿Cómo conseguir esa integración?, porque recuerda…… “si quieres puedes”.
Como todo en esta vida, supone un cierto trabajo. Ese trabajo es la meditación,  que se ha de realizar diariamente, para lo cual necesitamos tener un cierto grado de voluntad. Si te falla la voluntad, te detallo a continuación varias estrategias útiles para aumentar la fuerza de voluntad, descubiertas por científicos:
Cambiar hábitos. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Case Western Reserve (EE UU), basta con pequeños cambios en hábitos cotidianos, por ejemplo lavarnos los dientes durante varios días con la mano contraria a la que solemos usar (la izquierda en el caso de los diestros), para fortalecer la voluntad.
Tensión muscular. Iris W. Hung, de la Universidad de Singapur, ha descubierto un curioso truco para ejercer el autocontrol: si cuando notamos que se nos hace la boca agua ante un pastel tensamos los bíceps o los músculos de la mano durante un minuto, nos resultará más sencillo evitar la tentación. "La mente y el cuerpo están tan estrechamente unidos que simplemente apretando los músculos se puede activar la fuerza de voluntad", concluía en la revista Journal of Consumer Research.
Buenas acciones. Por su parte, Kurt Gray, de la Universidad de Harvard, ha demostrado que hacer una buena acción aumenta nuestra fuerza de voluntad y nuestra resistencia física. "Tal vez la mejor manera de resistirse a un donut a media mañana es donar el dinero que costaría para una buena causa", sostiene Gray, que dió a conocer sus conclusiones en la revista Social Psychological and Personality Science.
Exponerse a la tentación. Aunque puede parecer contradictorio, para aumentar la fuerza de voluntad es mejor exponerse a tentaciones reales. En una serie de experimentos, científicos de la Universidad de Chicago demostraron que si una persona está a dieta fortalecerá mejor su voluntad si tiene pasteles o caramelos en la cocina, al alcance de la mano, y evita comerlos, que cuando solamente ve imágenes de chocolate y golosinas en las revistas o en la televisión.
Distracción. La distracción también es una buena estrategia, como han demostrado investigadores de la Universidad de Columbia (EE UU). Si canturreamos o pensamos conscientemente en otra cosa cuando algo nos tienta, nos costará menos controlarnos.
Uno a uno. Cumplir a la vez varios objetivos que exijan mucho autocontrol puede resultar casi imposible. Según Sandra Aamodt, editora jefe de la prestigiosa revista Nature Neuroscience, hay varias actividades que pueden agotar rápidamente nuestra fuerza de voluntad: resistirnos a probar ciertas comidas o bebidas, reprimir respuestas emocionales, hacer un examen, dormir poco, o tratar de impresionar a alguien. Y, por lo tanto, es mejor no hacerlas todas a la vez.
Cinco comidas al día. Cuando nos falta glucosa en sangre nuestra capacidad de autocontrol se resiente, según demostró hace poco Roy F. Baumeister, de la Universidad de Florida (EE UU). De ahí que los expertos recomienden no saltarse ninguna comida para conservar la fuerza de voluntad que necesitamos para hacer ejercicio físico, dejar de fumar, estudiar, meditar, adquirir algún hábito como ir en bicicleta al trabajo, e incluso perseverar en una dieta de adelgazamiento.
Proponte la realización de pequeños objetivos diarios y cúmplelos, para pasar a decisiones más grandes según vayas teniendo éxito en las tareas más pequeñas.
Con voluntad, es mucho más fácil sentarte cada día a meditar. Según vaya pasando el tiempo podrás ir comprobando los cambios positivos que se van a ir dando en ti: Más paciencia, más tolerancia, más comprensión, más amor, más paz. Todas esas cualidades no son más que las cualidades del alma. Lo cual es un buen síntoma de que empiezas a abrir la puerta del alma y actuar desde ella.
Recuerda….. “Si quieres puedes”
El video que va a continuación, no es música, es un corto largo, o una peli corta, pero es magnífico.

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