El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 13 de marzo de 2012

Cerebro infrautilizado

            Muchas veces hemos leído o escuchado que nuestro cerebro está activado y funcionando en un porcentaje pequeñísimo, posiblemente menos de un  diez por ciento, y que las únicas partes que se activan son los niveles superiores izquierdo y derecho, y algunas porciones del cerebro inferior, que está situado sobre la columna vertebral. Parece ser, que el noventa por ciento restante, permanece dormido, no hace nada.
            Nuestro cerebro fue diseñado para recibir cualquier frecuencia de pensamiento. Eso sucedería en cualquier parte del cerebro, funcionando este al ciento por ciento. Pero si tenemos trabajando a nuestro cerebro al diez por ciento, quiere eso decir que solamente debemos de funcionar con algún tipo de frecuencia muy baja, y que las frecuencias altas, o no las recibimos, o no permitimos su entrada.
            Si observamos a la generalidad de las personas, es fácil comprobar esos pensamientos de baja frecuencia con los que actúa su cerebro: el trabajo, el qué dirán, donde pasar las vacaciones, como llegar a final de mes, comprar un coche más grande, la carrera de los niños, la mujer o el marido del prójimo, ganar más dinero, dominar al resto del mundo, ofenderse por cualquier cosa, responder con ira, guardar el rencor dentro de sí mismos. Son los pensamientos de casi todo el mundo, por eso todo el mundo genera de los mismos problemas.
            Son los pensamientos de la sociedad en general, son los pensamientos de la conciencia social, tan arraigados, que si alguien se permite expresar otros pensamientos distintos como, por ejemplo: sentir la alegría, perdonar cualquier ofensa, vivir la felicidad, vivir el presente, o expresar el amor por todo y por todos; rápidamente es catalogado por el resto de la sociedad como “rarito”, o como “loco”, por decir algunos calificativos cariñosos, los hay mucho más duros.
            Mientras las personas acepten y hagan suyos esos pensamientos de la conciencia social, su cerebro no va a activar más que el ridículo porcentaje que mantiene en funcionamiento, sin permitir que nuevas áreas de su cerebro se abran a nuevas vibraciones, a nuevas frecuencias de pensamiento, a nuevos pensamientos. Sin permitir que se puedan experimentar otros valores que no sean los percibidos por los sentidos conocidos del cuerpo.
            Mantener un resto tan importante del cerebro inactivo, nos impide conocer la alegría, nos mantiene esclavizados a los mismos deseos y las mismas ilusiones del resto de los mortales, nos impide conocer nuestra propia gloria y, sobre todo, la gloria de Dios.
            Hemos de activar las partes dormidas de nuestro cerebro, para conocer, para sentir, para experimentar, para entender otras realidades más grandiosas que las que conocemos en nuestro ordenado mundo y desde nuestro cuerpo que vive, enferma y muere.
            Para activar las partes inutilizadas de nuestro cerebro, lo único que hemos de hacer es permitir pensamientos superiores a los que tenemos aceptados. Esto activará más porciones del cerebro, enviando corrientes eléctricas más rápidas y más poderosas por todo el cuerpo, y sobre todo, va a aumentar el amor, la compasión y el entendimiento.

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