El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 12 de diciembre de 2011

Hermanos del alma

La hermandad es la única gran realidad, todos los seres somos hermanos, con independencia del color, de la religión, de la cultura o la civilización; sólo existe una humanidad. Todos los seres humanos somos iguales y divinos, y la única diferencia estriba en el progreso que cada ser humano ha realizado, manifestándose ese progreso en una mayor inteligencia y experiencia.
¿Qué pasaría si todos los seres humanos tuviéramos conciencia de nuestra hermandad?, ¿Qué pasaría si actuáramos bajo ese concepto de hermandad en todos los aspectos de la vida?, ¿Qué pasaría si el político, el empresario, el obrero, el pueblo, el religioso, se sintieran los unos a los otros como hermanos?, ¡Es tan fácil!, en la Tierra solo habría paz, alegría, equidad y amor. ¡Es tan sencillo y, sin embargo, tan lejos de que la mayoría alcance esa comprensión!
Hace poco más de dos mil años, Jesús difundió un postulado fundamental: “Ama al prójimo como a ti mismo”, sin embargo, a pesar de nuestros golpes de pecho, de nuestras visitas a las iglesias, o de emocionarnos en las procesiones, o con el sufrimiento de un niño, parece que hemos hecho poco caso.  Es posible que nos amemos a nosotros mismos y que tratamos de amar a las personas que nos agradan y a nuestra familia. Pero amar como verdaderos hermanos del alma, de manera incondicional, y amar al prójimo, sólo porque es un alma como nosotros, de naturaleza perfecta y con un destino infinito, ha sido siempre considerado como un sueño, un hermoso sueño del que hablamos y escribimos, pero para el que no trabajamos ni un ápice.
Desde que recibimos el mensaje de que nos amemos los unos a los otros como Dios nos ama, no hemos hacho absolutamente nada realmente práctico. Seguimos con nuestras peleas, nuestros odios, nuestro egoísmo, tratando de satisfacer nuestros cuerpos y nuestros apetitos materiales, dedicando todos nuestros esfuerzos para la consecución de nuestros egoísmos personales. 
            El amor, para la mayoría de la gente, no es realmente amor, sino una mezcla de deseo de amar y deseo de ser amado, más un deseo de realizar cualquier cosa para demostrar y evocar este sentimiento y, en consecuencia, sentirse más cómodo en la propia vida interna.
Este seudo amor, basado principalmente en la “teoría” del amor y del servicio, es la característica de casi todas las relaciones humanas, entre marido y mujer o padres e hijos. Ilusionados por un sentimiento hacia ellos y conociendo muy poco el amor del alma, amor que es libre en sí mismo y deja libres también a los otros.  
Más que amor, ese sentimiento es afecto; y el afecto sólo es el deseo, proveniente del cuerpo astral o emocional; no es el amor del alma, espontáneo, altruista, que no pide nada separado, que no pide nada para sí, ya que todo es hermandad. Y este sentimiento de afecto o seudo amor ata y confunde a toda la gente de buena voluntad, imponiéndole obligaciones que no existen y produciendo una especie de sueño del que se debe despertar mediante la difusión del amor verdadero y desinteresado.
Ese sentimiento que llamamos amor, en el ser humano más inferior se manifiesta como pasión animal, y es a medida que el ser va evolucionando cuando la facultad de amar va evolucionando también con la persona, pasando por distintas etapas: amor a la pareja, amor familiar, a los conocidos, al medio ambiente, y por último a la humanidad. Aumentando también gradualmente la sensación de hermandad, ya que ese último eslabón del amor, es el amor del alma, y para el alma no hay separación, sólo existe la identificación del corazón con total amor; cuanto más amor se demuestre, más amor llega. Sin obligaciones, sin ataduras.
Sentir y amar a todos como hermanos lleva al servicio, y el servicio incrementa la energía del amor. Entonces el ser humano da y recibe, porque el Universo le responde y las riquezas materiales y espirituales, llegan a él hasta la saciedad, cuando ya nada pide para sí.
Amor es la expresión de la vida de Dios, Amor es la fuerza coherente que renueva todas las cosas, Amor es todo lo que es, Amor es hermandad porque todos somos hijos de Dios y por lo tanto hermanos en la divinidad. Cuando se alcanza el Amor por todos los seres, sin tener en cuenta quienes son, el único propósito de la vida es servir y ayudar al mundo, siendo las necesidades del prójimo de mayor importancia que las propias.
Sólo quienes aman verdaderamente a sus semejantes pueden ver las cosas con claridad, sin sentirse atados hacia nada ni hacia nadie, y ayudando a todos sin distinción.

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