El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 5 de abril de 2011

Observar la mente

            ¿Alguna vez te has parado a observar que es lo que pasa realmente por tu mente? ¡Hazlo! al menos en algún momento del día, ya que para permanecer todo el día atentos al juego de la mente se ha de tener mucho entrenamiento. Pero si que podrías intentar durante algunos periodos del día, y durante varios días, comprobar cómo se va comportando tu mente.
            Es posible que llegues a la conclusión de que son muy pocos los momentos del día en los que te encuentres verdaderamente libre de emociones, pasiones y sentimientos oscuros.
            La mente hace que vayas cayendo permanentemente en la trampa, en su trampa. En la trampa de estar preguntándote a ti mismo/a por qué alguien te ha hecho daño, por qué te han rechazado, por qué no te han prestado atención. Sin darte cuenta puedes sentirte obsesionado/a por el éxito, por el fracaso, por la soledad, por la forma de comportarse el mundo contigo, por tu mala suerte. Y dándole vueltas a todo ese juego  compruebas que te encuentras soñando despierto/a, soñando que te toca la lotería, soñando que eres famoso/a, soñando que te ascienden en el trabajo, soñando que estás con la pareja ideal, soñando que el mundo está a tus pies.
            Observando tu mente vas a comprobar cómo se apodera de ti el miedo, miedo a no gustar, miedo a las críticas, miedo al éxito, miedo a quedarte sin trabajo, miedo a quedarte solo/a, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte; y de manera constante te estás inventado estrategias y como llevarlas a la práctica para defenderte y para asegurar la vida que crees que te mereces.
            ¿Te ocurre algo parecido? ¿Sabes por qué? Porque has olvidado de dónde vienes y adónde vas, porque crees que la vida es conseguir la satisfacción de todos los caprichos que te va presentando la mente, porque crees que eres un cuerpo.
            ¿De dónde vienes?, vienes de Dios. ¿Adónde vas?, vas a Dios. ¿Cuál es tu misión en la vida?, sólo una, sentir el Amor, sentir el Amor Divino en la Tierra, conseguir vivir en el mundo como cuando estás en la casa del Padre.
El trabajo, la familia, las vacaciones, la jubilación, etc., sólo son meros instrumentos para que aprendas a sentir el Amor. Y no lo vas a sentir luchando para ascender y conseguir la admiración de los demás, no lo vas a sentir jugando a que tu familia haga lo que tú crees que “debe” de hacer, no lo vas a sentir viajando al lugar más paradisiaco del mundo, no lo vas a sentir dando rienda suelta a todas las emociones y pasiones negativas que te embargan en muchos momentos de tu día.
            No vas a sentir el Amor buscándole, ni lo vas a sentir jamás en los demás. Sólo vas a sentir el Amor amando, ayudando, bendiciendo, compadeciéndote del prójimo. Porque hasta que no sientas el Amor en tu interior, no podrás entregarlo, y ni tan siquiera lo conocerás. Si no sientes ese Amor que nace del interior y que se da “a todo el mundo a cambio de nada” no sabes lo que es amar, y todo lo que te parece que es amor, sólo es un sucedáneo. Y es ese sucedáneo el que te obliga a dominar a las personas que ¿amas?
            Observa lo que pasa por tu mente, y podrás comprobar que son muy pocos los pensamientos de Amor que circulan por ella. O ¿crees que es Amor cuando tu deseo, o tu miedo, o tu frustración, o tu infelicidad, la disfrazas con la típica frase: “es por su bien”, o con: “yo sé muy bien lo que le conviene”?
            No te engañes y observa a tu mente. Busca en este mismo blog la “Meditación para despertar el Amor”, y practícala, hasta que sientas que eres Amor puro.

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