El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 10 de abril de 2011

La Regla de Oro

            La Regla de Oro en su forma positiva dice: “Haz a los demás lo que quieres que ellos te hagan a ti”.
            La Regla de Oro en su forma negativa dice: “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.
            El crecimiento, la evolución y la construcción del carácter, son la misma cosa, y son los medios para purificar el alma encarnada.
            El carácter de una persona son esas cualidades que la distinguen de los demás. A pesar de lo que cada uno crea o desee, cada persona tiene unas peculiaridades propias y unas peculiaridades colectivas. 
Las peculiaridades colectivas lo podríamos denominar “pensamiento social”, y son esas creencias, escritas o no, que rigen la vida de una determinada sociedad. Por ejemplo, hay sociedades en las que está permitida la poligamia, mientras que en otras está perseguida por la ley; y en función de la sociedad en la que hayas nacido, podrías dar un sinfín de argumentos defendiendo una causa o la otra. Reflexiona un instante……….., ¿Qué es lo correcto?, si vives en una sociedad en la que está prohibida, es posible que consideres una aberración lo contrario. Sigue reflexionando, ¿Qué habría que hacer con la sociedad que defiende la poligamia?, ¿Convertirlos?, ¿A qué?, ¿A nuestras ideas?, ¿Eliminarlos?, ¿Ignorarlos? El ejemplo de la poligamia, lo podemos aplicar a cualquier otro aspecto colectivo de la vida: aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, divorcio, etc., etc.
Las peculiaridades particulares son la colección de hábitos, tendencias y creencias que cada persona ha ido construyendo a lo largo de su vida. Es la acumulación de hábitos del cuerpo, de emociones y sentimientos, hábitos de la manera de pensar y de la moral, hábitos de obedecer a la voz de la conciencia, o de ceder a la tentación, hábitos de entrenamiento en todos los campos de la voluntad. Es lo que hemos construido en nosotros mismos.
El efecto acumulado de todos esos hábitos, marcan la dirección, marcan el rumbo, son una predisposición que hace fácil y natural para la persona seguir los surcos que el hábito ha marcado.
Es nuestro carácter o nuestros hábitos lo que determina como reaccionaremos a las circunstancias externas, y lo que nos coloca preparados para actuar en esta o en otra dirección.
Es también nuestro carácter lo que determina lo que nuestra manera de pensar hará cuando nuestros pensamientos no están dirigidos por nuestra voluntad.  
También es lo que determina que será de nuestras emociones y sentimientos cuando no están bajo control, y se les ha permitido que encuentren su propia vía de escape.
Y si por encima de nuestras creencias y de nuestros hábitos, o por encima del pensamiento social aplicáramos la Regla de Oro, ¿Qué pasaría?
“Haz a los demás lo que quieres que ellos te hagan a ti”: Parece bastante clara la Regla. Hacer a los demás lo que quieres que ellos te hagan a ti, es tal cual, es literal. Es decir: Respetar la libertad de los demás, eso es lo que tú quieres para ti ¿verdad?; ayudarles y enseñarles si te lo solicitan, ya que lo contrario sería coartar su libertad, es lo que te gustaría ¿verdad?; no hacerles sentir miedo, ni ansiedad, ni dolor, no juzgarles ni criticarles, no maltratarles de palabra o acción;  facilitar por encima de todo su felicidad, su bienestar, su serenidad. ¿No es eso lo que te gustaría que hicieran los demás contigo?
El crecimiento, la evolución y la construcción del carácter son un proceso, que a su vez implica tiempo.
En este proceso se cometen errores. No hay que aumentar ese error, no hay que recordarlos ni criticarse uno mismo, ya que sino será imposible remediar ese error o remover un hábito. Hay que tener presente que uno se convierte en lo que piensa, que la energía va detrás del pensamiento.
¿Qué se ha de hacer?:
1)      Borrar mentalmente los hechos desagradables.
2)      Imaginar que se hace, se dice o se siente las cosas correctas.
3)      Si está relacionado con otra persona, imaginar que también está reaccionando de manera correcta.
Todo esto, ¿para qué? Es el poder de la materialización. Todo lo que se piensa repetidamente con cierta voluntad tiende a manifestarse.
Pensamientos y emociones positivas repetidas se van a manifestar como acciones correctas; las acciones correctas se van a manifestar como virtud. Y lo mismo sucede con los pensamientos negativos, convirtiéndose al final en vicios.
Construimos nuestro carácter al repetir pensamientos, al repetir emociones y sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos. Piensa en algo muy a menudo y durante suficiente tiempo, y ese pensamiento se expresará, tanto así como la palabra o la acción.
Repite un hecho muy a menudo, frecuentemente, y se convertirá en un hábito.
El carácter de una persona está profundamente arraigado y no cambia de un día para otro, o de segundo en segundo, como lo hacen nuestra manera de pensar y nuestros sentimientos. No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante un proceso lento y laborioso.
No existen atajos para remodelar el carácter. Por eso los buenos deseos de Año Nuevo, por ejemplo, son tan a menudo ineficaces. No se cambia con un mínimo esfuerzo. Para que cristalice el cambio, el esfuerzo debe ser constantemente repetido y continuado a lo largo del año, mes a mes, día a día.
El destino de las personas se construye con los propios esfuerzos.
Por todo esto, práctica la Regla de Oro: “Haz a los demás lo que quieres que ellos te hagan a ti”.

1 comentario:

  1. Me gustaría que un día nos hablaras de nuestros angeles, guias,maestros. Que hacen por nosotros y como podemos contactar con ellos.Un abrazo y muchas gracias

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