El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 13 de diciembre de 2010

"El Secreto" de la abundancia

Es dando que recibimos.
Es compartiendo como somos bendecidos por la abundancia.
Dando abundantemente heredaremos el Reino.

Seguro que te han hablado o has leído sobre la “Ley de la atracción”, y también es posible que hayas leído “El Secreto”; y seguro que no habías terminado de leer el libro y ya estabas pensando en todas las cosas buenas que te apetecería tener, visualizándote sentad@ en el jardín de esa casa deseada, a la sombra de una palmera, mirando la piscina en la que se están bañando tus niños………………… pero también es posible que esa práctica, que esa visión no fuera más allá del tiempo de lectura, y que al día siguiente y al otro y al otro, ya no te hayas acordado de seguir con la práctica de visualizar tu nueva casa, o el deseo que quieres que se cumpla, y al cabo de varios días o semanas, cuando alguien te recuerde el libro, pienses: Eso es una bobada,  yo lo he hecho y no funciona.
    Si funciona…………………., pero no de la manera que queremos los seres humanos, sin trabajo.

Para que funcione, es necesario:
Ser constante en el trabajo, no vale con que se piense o se visualice una vez. Si realmente tienes un deseo has de mantener ese deseo en la conciencia hasta que el deseo se realice. Eres capaz de realizar cada día, durante toda una vida, un trabajo que no te gusta, en el que tienes que aguantar a un compañer@ un poco pesad@ y a un dictador por jefe, para conseguir un sueldo, en muchas ocasiones, de miseria, sólo para subsistir, y no eres capaz de mantener  en tu conciencia la visualización de un deseo. ¿Seguro que lo deseas?
No dar órdenes contradictorias. No puedes durante diez minutos visualizar una casa de ensueño, y después estar diez horas pensando que tu casa es una choza. ¿Qué crees que tendrá más poder, los diez minutos del palacio o las diez horas de la choza? La energía que genera tu pensamiento o tu visualización, y que sale de ti hacia el Universo, no distingue entre lo que es real y lo que es pensado, por lo que el Universo durante diez minutos va a recibir la petición de un palacio y durante diez horas la petición de una choza. Si tú fueras el Universo, ¿qué concederías?
Sentir la emoción de que ya tienes la casa soñada. Ten en cuenta que el Universo es como un gran espejo que refleja tus emociones, por lo que has de mantener en tu conciencia la felicidad de que ya tienes la casa de tus sueños, porque si la emoción que mantienes es el sufrimiento de vivir en una choza, eso es lo que vas a seguir recibiendo.
            Y a partir de aquí, voy a desmontarte el trabajo............. Si ahondas en la lectura, si vas leyendo entre líneas y te paras a reflexionar un momento, verás que hay algo más y mucho más importante que lo leído hasta ahora. ¡Hazlo, reflexiona!


            ¿Hasta dónde has llegado? La respuesta correcta es: No hay que tener deseos. Porque son los deseos los que te atan al sufrimiento por la no consecución de eso que deseas y te generan la energía de carencia que envías al Universo, por lo que el Universo responde con más carencia. Y aquí también se puede hacer otra reflexión, la más importante: ¿Para qué quieres utilizar las técnicas de “El Secreto”, si el secreto es no tener deseos?
El verdadero secreto de la abundancia es: Dar, ofrecer, entregar, donar, compartir, regalar, otorgar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, sin esperar nada a cambio.

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, y aceptarlo con alegría.

¿Conoces el cuento del mendigo de Rabindranath Tagore?: Iba un mendigo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando un carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y, el mendigo se preguntaba maravillado, ¿quién sería aquel Rey de reyes?
Las esperanzas del mendigo volaron hasta el cielo, y pensó que sus días malos se habían acabado. La carroza se paró a su lado. El señor magnífico que iba en el carro bajó sonriendo. El mendigo sintió que la felicidad de la vida había llegado al fin. Y de pronto, el señor le tendió la mano diciéndole: “¿Puedes darme alguna cosa?”.
¡Qué ocurrencia de su realeza! ¡Pedirle a un mendigo! El mendigo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego sacó despacio de su saco un granito de trigo y se lo dio.
Pero, la sorpresa del mendigo fue cuando, al vaciar por la tarde su saco en el suelo, encontró un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloró por no haber tenido corazón para dárselo todo!
Deja “El Secreto” en la estantería y
Recuerda
Es dando que recibimos.
Es compartiendo como somos bendecidos por la abundancia.
Dando abundantemente heredaremos el Reino.


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